Ante la mirada penetrante y convencida que Michael me dirigía, supe que sus palabras buscaban una reacción en mi interior, y así fue.
Los latidos de mi corazón se estrellaban contra mi pecho a un ritmo embarazosamente acelerado, impetuoso y completamente irracional, mientras que las mariposas en mi vientre revoloteaban sin control alguno.
Desvié mi mirada de la suya, al tiempo que volvía a recostarme sobre su cálido pecho, en un intento algo desesperado por ocultar mis mejillas sonrosadas.
Desvié mi mirada de la suya, al tiempo que volvía a recostarme sobre su cálido pecho, en un intento algo desesperado por ocultar mis mejillas sonrosadas.
-Que chica tan afortunada- murmuré, para así responder a la evidente curiosidad reflejada en su rostro causada por mi silencio.
Al momento escuché sus centellantes risitas chocar contra mi cabello, mientras sus brazos me estrechaban aun más contra su cuerpo.
-El afortunado sería yo – susurró muy cerca de mi oído.
Esto era demasiado. Si mi corazón no se tranquilizaba, moriría en cualquier momento de un paro cardiaco.
Seguramente, mis alocados latidos eran más que perceptibles ante la cercanía de nuestros cuerpos, lo que me puso aun más nerviosa. Así que solo cerré los ojos e inhalé el exquisito aroma de su camisa, intentando regular mi pulso y calmar los alocados e incoherentes pensamientos que revoloteaban por mi mente.
-Muero de ganas por verte bailar- dijo suavemente, ahuyentando aquel nerviosismo irracional de mi sistema.
-Quizás algún día me veas- le contesté, mientras una sonrisa se formaba en mi rostro.
-Tengo una propuesta que hacerte.
-¿Qué cosa?- pregunté alzando levemente mi rostro, sin despegarme de su pecho.
-Quiero que bailes para mí.- Le miré extrañada, sin entender a lo que se refería.- Necesito nuevos bailarines para mi gira, y quiero que tú estés ahí.
Observé sus ojos por unos segundos, intentando procesar su propuesta.
-Michael, no creo que sea lo correcto...
-¿Por qué no?, eres absolutamente extraordinaria.-aseguró con su flamante sonrisa.
-Michael, no quiero sacar provecho de nuestra amistad, no debes darme nada.- dije acariciando su rostro, ante la ternura que me causaba lo puro y simple que era.- Con solo tenerte cerca me haces feliz.
Sus ojos resplandecieron con un extraño brillo, dejándome completamente embobada.
-Eso es una tontería, no estarás sacando provecho de mí, sino todo lo contrario, yo me estaré beneficiando de lo maravillosa que eres.
Acarició el contorno de mi rostro lentamente, memorizando con sus dedos cada lugar de este. El tacto de sus dedos hacía que debajo de mi piel se desencadenaran cientos de descargas eléctricas, estremeciendo cada fibra de mi cuerpo.
-¿Qué me dices?, ¿aceptas?- inquirió mientras mordía levemente su labio inferior.
-No puedo aceptarlo, Michael. Te lo agradezco, pero no tienes por que preocuparte por mí, soy feliz con lo que hago.
-Aun no comprendo por qué trabajas como reportera, y no bailando. ¿No te gustaría poder hacer lo que amas?
-Claro que sí, pero la danza es como un pequeño tesoro para mi, ¿sabes?, desde que mi padre murió, bailar ha sido algo realmente especial en mi vida. Por eso no quiero lucrar con ello, hasta que sea realmente necesario.
-Liz, ¿puedo hacerte una pregunta?, tienes todo el derecho de no responderla.- dijo dubitativo.
-Ajá, solo suéltalo- bromeé.
-¿Cómo murió tu padre?- dijo al fin, cautelosamente.
Al instante sentí como se formaba un inmenso nudo en mi garganta.
-Si no quieres hablar de ello no tienes por que hacerlo.- me tranquilizó Michael, acariciando suavemente mis rizos, seguramente adivinando mis pensamientos.
-Quiero contártelo.- dije intentando formar una sonrisa. Me sumergí en extraños y vívidos recuerdos, los que cada noche venían a mi mente en sueños.- Solo tenía trece años cuando papá murió. Ese día estaba especialmente bello, por lo que él quiso pasar el día conmigo.
De niña me encantaba la naturaleza, por ello papá decidió llevarme a las afueras de la ciudad, solo él y yo.
Fuimos a una reserva gigantesca, similar a un bosque, repleta de árboles y plantas de todo tipo. Tenía un gran lago y una decena de manantiales. Simplemente ese era mi lugar favorito en todo el mundo, al igual que para papá. Así que nos subimos al coche y emprendimos nuestro camino.
Fue un día hermoso, sobre todo porque estábamos los dos. Aun recuerdo la magia que despedía mi padre y la adoración que yo sentía hacia él. Pasamos toda la tarde nadando en el lago, recorriendo aquel extenso lugar, mientras yo escuchaba sus enseñanzas frente a cada mínimo detalle, pero cuando calló la noche y salimos de la reserva, algo extraño provocó que mi padre detuviera el automóvil, mientras yo le observaba atónita retorcerse. Intenté preguntarle qué ocurría, pero no hubo respuesta de su parte, pues ya era demasiado tarde. Como pude, le saqué del coche y con mis pequeños bracitos le aferré a mi cuerpo, deseando que todo aquello fuera solo una pesadilla. Estaba sola, absolutamente sola en ese inmenso bosque, sin nadie a quien pedir socorro. Entre sollozos grité lo más fuerte que me permitieron mis fuerzas, pero mis suplicas se perdieron en el silencio abismante del lugar y no hubo respuesta alguna.
Me quedé ahí, abrazada al cuerpo de papá, esperando que él abriera los ojos y me consolara, despertándome de ese amargo y aterrador sueño.
Al día siguiente desperté entre los brazos de mi madre, mientras sus lágrimas mojaban mi cabello, pero mi mente no fue capaz de soportar la realidad que se abría a mi paso y me sumergí nuevamente en la inconciencia.-
Una lágrima rodó por mi mejilla, mientras luchaba por contener los sollozos que se formaban en mi garganta.
-No llores- susurró Michael, mientras atrapaba con sus dulces dedos la lágrima que corría por mi mejilla.- No llores por favor. –volvió a decir, estrechándome aun más entre sus cálidos brazos.-Liz, no debes sentirte culpable, pequeña. No ha sido tu culpa.
-Lo sé Michael, pero no puedo evitar sentirlo de ese modo.- dije hundiendo mi rostro en su pecho.
-No pequeña, solo eras una niña. No lo podrías haber evitado. No debes torturarte, es lo que debía ocurrir. A veces la vida da giros inesperados e injustos, pero sin embargo aquellos momentos de dolor tienen un propósito.- dijo intentando calmar mi angustia, al tiempo que besaba mi frente.- De todas formas has sido mucho más afortunada que yo, ¿sabes? Al menos disfrutaste de momentos hermosos con tu padre, llenos de cariño. En cambio el mío nunca ha demostrado ni el más mínimo atisbo de comprensión o amor hacia mí. Cuando era pequeño, solía pensar que para papá mis hermanos y yo no éramos más que una maquina generadora de dinero de la cual sacaba el mayor provecho posible. Y aun sigo pensando lo mismo. –
Le miré por un momento, examinando su dura expresión.
Parecía muy enfadado y herido, lo cual me produjo un fuerte sentimiento de angustia.
Simplemente no soportaba verle así. Sus dulces y calidos ojos mostraban una fría mirada hacia algún punto inexistente en el infinito, mientras que sus facciones se encontraban rígidas y serias. Toda aquella ternura había desaparecido de su rostro ante el recuerdo de su padre. ¿Qué había hecho aquel hombre para que el ángel que sostenía mi cuerpo entre sus brazos se hubiera transformado de pronto en nada más que una fría escultura de piedra? Seguramente, todo aquel rencor y resentimiento había plantado sus cimientos hace mucho tiempo y las razones para ello iban mucho más allá de lo aparente.
No pude resistirme a la impetuosa necesidad de calmar su dolor y derretir esa aguda capa de hielo que había cincelado su hermoso rostro.
Levanté mi rostro, para así quedar de frente al suyo y acerqué mis labios hacia su mejilla, depositando ahí un dulce beso, lleno de significado. Su gesto cambió en el mismo instante en que posé mis labios muy cerca de los suyos. Su expresión se dulcificó, haciendo que sus ojos marrones se asemejaran al chocolate derretido, fijos en mí, penetrando en mis pupilas y disparando mis latidos. Alejé mis labios mínimamente de su mejilla para observarle mejor.
Noté como humedecía sus labios, mientras su mirada perforaba mis ojos, quemándome, provocando que una ola de fuego hiciera hervir mis venas.
Observé nuevamente sus labios y supe que la decisión era mía. Tenía el completo poder de la situación, ya que sabía perfectamente que él no se negaría a mis deseos. Es más, Michael lo deseaba tanto como yo.
Mi mente trabajaba a una rapidez vertiginosa, cavilando cada posibilidad.
Tenía exactamente dos opciones; la primera de ellas era dejar de evadirme y enfrentar aquel sentimiento que atormentaba a mi razón y simplemente devorar sus labios, saciando la necesidad apremiante que los míos tenían de ellos. Y la segunda, era ser cobarde, una vez más.
Pero al sentir su mirada fija en mí a la espera de mi decisión, expectante, mis pensamientos parecieron nublarse nuevamente. Lo único perceptible en aquel momento era el fuerte martilleo de mi pulso, y sus brazos envolviendo mi cintura.
La distancia inexistente de nuestros cuerpos me hacia aun más difícil discernir, mientras el calor de su cuerpo me embargaba.
Michael esperaba paciente mi decisión, haciéndome la única responsable de lo que estaba por ocurrir.
Observé sus labios una vez más. Cuanto deseaba besarlos... simplemente era pura necesidad. Mi cuerpo exigía y ansiaba su cercanía, su rose, su tacto. Necesitaba sentir sus brazos estrechándome, añoraba la proximidad de su cuerpo y básicamente deliraba por probar sus labios.
Percibí como su pecho, bajo el mío, se agitaba drásticamente debido al aumento del ritmo de su respiración. El aire estaba cargado de pura atracción, invitándonos a consumir aquel fuego que reflejaban nuestras miradas. Pero la decisión era completamente mía y Michael aguardaba a que comenzara el primer movimiento.
Luché por aclarar mis ideas, las cuales a cada segundo eran más y más incoherentes, dejando como único blanco de atención a aquel rostro perfecto, mientras su aliento dulce y embriagante atraía todos mis sentidos en una incomprensible locura por obtener el sabor de sus labios rellenos.
Como deseé que Michael acabara con aquella tortura y que hiciera de mis labios lo que le diera en gana, tomando el control, llevándome a lo más profundo de su alma, rasgando por completo mis defensas.
¿Por qué lo complicaba tanto para mi?, ¿Por qué no venía y buscaba lo que, con su magia y absurdo encanto había ya hecho suyo? –
Estuve a punto de romper la distancia que había entre sus labios y los míos, pero mi cuerpo pareció no responder a las suplicas que mi alma enloquecida quería gritar. Simplemente no pude moverme, ya que el deseo fue acorralado por el miedo.
Si le besaba, ya no habría vuelta atrás.
¿Pero, y si después de aquello arruinaba todo lo que habíamos construido?, ¿Si mi pequeño idilio se derrumbaba luego de saciar la necesidad apremiante de tomar su alma y hacerla mía, llevándome todo lo que sus ojos me ofrecían?
Era más que evidente que luego de llegar tan lejos no podríamos ser solo amigos. Entonces, realmente temí al imaginarme sin él. Michael se había convertido en una necesidad, en mi marca de heroína personal.
Y entonces, ante aquella aguda y seductora mirada rebosante de ansiedad, fui cobarde, una vez más y decidí apoyar nuevamente mi rostro sobre su pecho, rompiendo la magia existente entre nuestras miradas.
Cerré los ojos con impotencia, deseando que todo fuera distinto.
Pero la verdad es que temía ridículamente a sufrir, a querer de un modo irracional, de enamorarme. Y ahí recaía exactamente el problema, Michael era el único que podía lograr tocar mi alma con sus dedos, alzándola hacia lo más alto e infinito, destruyéndome con cada rose.
-No eres una maquina de dinero Michael, eres mucho, mucho más que eso.- susurré sintiendo como mi corazón disminuía su ritmo, decepcionado por no haber logrado su objetivo.
Sus labios besaron mi cabello, haciendo que un leve estremecimiento recorriera mi cuerpo.
Despegó una de sus manos de mi cintura y buscó con ella mi rostro, alzándolo para que así le mirase. Mis ojos quedaron una vez más enganchados de sus dulces pupilas, mostrándome en ellas la inmensidad de su alma.
-Te quiero Elizabeth.- dijo al momento que su dedo índice recorría mis labios suavemente.- No sé como lo has hecho, pero desde aquel día en que te conocí te has convertido en el centro de mis pensamientos.
Un colibrí batiendo sus alas era poco para describir el tamborileo de mi corazón, nuevamente descontrolado.
-Te quiero aun más Michael- musite besando la yema de su dedo índice.
Y así nos quedamos, perdidos en las pupilas del otro contemplándonos sin noción alguna del tiempo, mientras el sonido del agua se entremezclaba con el suave y armonioso cantar de las aves que allí habitaban, formando la melodía más perfecta que mis oídos habían escuchado jamás.
Cuando abrí los ojos, me sobresalté al percatarme de que ya había anochecido. ¿Cómo el tiempo había pasado así de rápido?
No tenía ni la menor idea de cuantas horas había estado durmiendo, pero de seguro habían sido muchas. Alcé la mirada y tuve el placer de ver a Michael dormido.
Sus largas pestañas y sus rosáceas mejillas le daban un toque irreal, hasta el punto que dudé de si lo que estaba viviendo no era más que un sueño.
Pero hasta el más perfecto de los sueños tenía un final.
6 comentarios:
Me encanto!!! y obio que quiero que continue.
Micheal es tan tierno =3. Cuando uno lee todo lo que le dice a Liz es como si estuviera diciendome a mi y aaa me mata xD, es como super magico.
Espero el prox !!! :)
Woooooooooooooow! Ya Quiero El Beso!! Claro que continuaras!!
Nathalie!
Que me ha encantado! Ame este capitulo de principio a fin. Ame cada palabra que usaste. Oh! Lo ame!
Dios! Quiero beso! :)
Hermoso! Y por supuesto que queremos que sigas! Esto es hermoso!
Sigue pronto!
Muchos muchos besos!
Mitsuki, Isabel y Julia, muchas gracias por comentar, sus opiniones son realmente importantes para mi, las quiero !
Siguela siguelaa!! Esto es tan hermosoo! *-* Michael es un amor, me encanta tu historia. <3 no espero por leer el beso, pero eso llegara jajaja
Mi querida Nathalie debo decirte que este capitulo fue fabuloso !! he sentido miles de emociones juntas mientras lo leia. Lamento tanto lo que Liz sintio al perder a su padre y su relato me hizo llegar casi a las lagrimas que forma tan tragica de perder a un ser querido y la culpabilidad que obviamente no es de ella pero que no puede evitar sentir(lo cual espero que Michael con su amor pueda curar) ...He vivido por otro lado este romance entre Mike y Liz que en este capitulo en particular casi me provoca un ataque de ansiedad! jaja espero el tan ansiado beso pero no puedo negar que tambien entiendo que con un hombre tan maravilloso Liz quiera hacer las cosas del modo que ella considera correcto y no hecharlo todo a perder, admiro la fortaleza de Liz ...yo no creo que hubiera podido !! Adoré este capitulo una serie de emociones que afloraron en mi gracias atu maravilloso relato con tanto detalle que siento que soy parte de la historia ...te felicito y respondiendo a tu pregunta POR SUPUESTO !! que espero el siguiente capitulo y que continue esta maravillosa novela ! un abrazo !!
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Gracias por comentar :)