Capítulo II


Book II




"Elixir"






El sol iluminó sus cabellos oscuros y en una perfecta dinámica de brillo y movimiento la brisa calurosa agitó sus risos meticulosamente amoldados.
Una risa estalló más atrás y Janet corrió hacia la mesita con urgencia en busca de un bocadillo cincelado en azúcar, mientras yo me tomaba un segundo para apreciar aquel día de verano, lleno de colores a mi alrededor.

Más allá pude apreciar cómo la hierba se hacía mucho más espesa y decenas de árboles se abrían paso para adueñarse de la tierra, rodeados de florecillas que poco tenían en común, pero que aún así encajaban unas con otras.

-¡Janet!- escuché a lo lejos- ¡Trae panecillos!

Y entonces la niña corrió con la pequeña canastita de comida hacia la enorme piscina, en la que el resto de los Jackson se encontraban.

Observé su figura descalza y comprendí que poco quedaba ya de la niña que yo había conocido. En unos pocos meses Janet se había convertido en un hermoso bosquejo de mujer.

-¿Cariño, te encuentras bien?- dijo Kate, atrayendo mi atención nuevamente.- Prácticamente no has tocado los bocadillos que he hecho para ti. Creí que eran tus favoritos.
-Y lo son mamá. Deberías dejar de consentir tanto a esta chica. Al paso que vas, terminaré por creer que he dejado de ser tu persona favorita. –

Puse los ojos en blanco y ordené un mechón rebelde de mi cabello. Y entonces sentí su mirada fija en mí, calando mis huesos, sintiéndome completamente desnuda. Sin tapujos ni aprensiones ya.
Era increíble como aquella casa se había convertido en mi hogar. Michael lo había querido así, y por supuesto, lo había logrado.

-Bueno- dije desenfadadamente, mientras aquella sonrisa volvía a tomar posición en mi rostro.- Donde hay lugar para uno, existe lugar para dos, ¿no Kate?-
Y entonces, cuando mi mirada despreocupada se paseaba por las bonitas facciones de Katherine y mis sentidos se centraban de lleno en su risa divertida, un bocadillo se estrelló de lleno en mi cabello.

-¡Michael!, ¡mi cabello!- protesté ante sus carcajadas.
Dirigí mis pupilas hacia él y le fulminé con la mirada al tiempo en que sacudía los restos de azúcar de mis risos.

-¡Oh, Michael, mi cabello!- se burló haciendo una burda imitación de mi voz compungida.
Entonces miré a Kate en busca de apoyo.
Su linda sonrisa correspondió mi mirada, tal como solía hacerlo. ¿Había en este mundo alguien más cálido y dulce que aquella mujer?, pues en ese instante tuve la certeza de la respuesta.
-Michael,  ¿cuántas veces te he dicho que con la comida no se juega? Ni muchos menos para estampársela en la cabeza a tu amiga.
Kate observó a Michael con reproche. Y entonces la palabra “amiga” quedó suspendida en el aire, congelada entre la cálida brisa.

A pesar de que Michael y yo estábamos juntos hace algún tiempo, a decir verdad, un mes y algunos días, no habíamos sido capaces de salir de nuestro pequeño mundo para dar a conocer la noticia.
Anne y Elena, lo sabían por puro accidente, ya que ocultarles algo era literalmente imposible, y además, prácticamente habían sido cupido.
Janet por su parte, una cotilla por naturaleza, hacía gala de aquel instinto curioso y asertivo, letalmente perspicaz, por lo que no había tardado ni un par de horas en darse cuenta de lo que ocurría.
Lo mismo ocurría con el resto de los hermanos Jackson, que con sus constantes bromas e insinuaciones intentaban sonsacar alguna información.

Pero Kate, aún no estaba enterada de nuestro pequeño secreto. Y cuando Michael buscó mi mirada durante un segundo eterno, supe que había llegado el momento.
Por supuesto que ella lo sospechaba, sus ojos brillaban cada vez que nos veía juntos merodeando por la casa, y por ello ya era tiempo de hacerla parte de nuestro pequeño idilio.

-Kate, Liz es mucho más que una amiga para mi, ¿sabes?- dijo Michael, sonrojándose, con aquel tono dulce que solía utilizar de manera persuasiva cada vez que hablaba de sentimientos.
-Lo sé, querido. ¡Lo sé perfectamente!- rió Kate.- ¿Piensan decírmelo ya?
Y entonces todo comenzó.
Risas, abrazos y besos maternales. Luego de soltar un par de carcajadas Kate no pudo contener las ganas de saltar sobre nosotros para inundarnos de cariño.
Ella lo había sabido desde el primer momento, pues claro, al igual que a Michael no se le escapaba ni un detalle.


Los días habían pasado asombrosamente rápido, de manera vertiginosa, convirtiendo cada recuerdo en un amasijo de ilusiones, risas y besos. Muchos besos.
Simplemente durante aquellas semanas estando junto a Michael había descubierto el elixir de mi felicidad. Aquella definición encaja a la perfección con lo que significó conocer al chico de los mocasines. El elixir de mi propia vida, de mi felicidad.

Convirtió cada instante de mis días en ansias por tener más de él y poder dar más de mí. Porque todo, absolutamente todo encajaba ahora. Michael y yo siempre habíamos estado esperándonos el uno al otro, llenos de miedos que dejaron de tener todo sentido en cuando nuestros destinos se cruzaron y encontraron un lugar para tejer nuevos rumbos, trenzando cada segundo, compartiendo y conjugando cada latido.                                     










Aquella melodía se extendió por toda la sala, suave, exquisitamente elegante. Una voz imponente y seductora. Michael deslizó su mano por mi cintura y mis tacones comenzaron a resonar por el parqué.
Me perdí en sus ojos, infinitos y sonrientes, mientras la velocidad de nuestros pies marcaban el ritmo exacto, guiados por la voz de Frank Sinatra. Un giro, dos giros, tres giros y la danza de nuestras risas convirtió por centésima vez en el día el color de la luz. Podría haber jurado que el escaso haz de luz que iluminaba la estancia tenía tonalidades completamente desconocidas para mí. Mucho más brillantes y coloridas, claro. Aunque, a decir verdad, bien pudo haber sido una ilusión creada por la energía irradiada en el lugar.
-Daría un millón de dólares a cambio de saber lo que piensas.- dijo Michael rosando con sus labios el lóbulo de mi oído. Las cosquillas recorrieron mi cuerpo.
-No es necesario, Michael Jackson. Te aseguro que mis pensamientos no son lo suficientemente elocuentes como para pagar tan alto precio. Por lo demás, sabes perfectamente en lo que pienso.
-Y yo te aseguro que tus pensamientos seguramente tienen la elocuencia necesaria para hacerme pagar cualquier precio. Ahora bien, si quieres, puedes regalármelos.
-Pienso en ti, tonto. Hablas como si no lo supieras ya.-

Y entonces esa sonrisa torcida me quitó todo el aire de los pulmones, de un solo golpe. Constantemente solía preguntarme cuando aquello dejaría de suceder. -Probablemente nunca, boba- respondió aquella vocecita en mi mente.
-Elizabeth-
-¿Si?
-Respira.- dijo soltando aquella risa traviesa, descuidada. Increíblemente seductora. Acercó su rostro un poco más al mio y sus labios me buscaron. Y claro que no opuse resistencia alguna.
Su boca se entremezcló con la mía haciéndome perder la cabeza. El movimiento de sus labios se apoderó de los míos lentamente y yo dejé que mis ansias y las suyas avasallaran cada recoveco posible.
La música se detuvo mientras nuestros pies se anclaban al suelo, dejando sin cabida a cualquier tipo de distracción.
Sus labios y los míos. Sus manos recorriendo mi mejilla, mi cintura, aferrando mi cabello. Mis manos sosteniendo su cuello, descubriendo nuevos caminos entre los botones de su camisa, aventurándose en la piel de sus brazos fuertes, bien formados.
Un suspiro contenido que sin embargo, llegó a mis oídos.
Y en deseo latiendo dentro, muy dentro.

-Liz- susurró mientras el aroma de su aliento confundía aún más a mi cerebro.- Te amo.


-¿A si?, ¿y cuándo pensabas decírmelo, Romeo?-
Abrí los ojos de golpe. De pronto nuestra burbuja se reventó y Michael dio un pequeño respingo, se enderezó de inmediato y su cuerpo se puso rígido.

Y entonces, cuando mis ojos buscaron la dirección de aquellas palabras y nuestras miradas se pusieron en contacto, supe que nuestro idilio había acabado.








 I've got you under my skin. 

I've got you deep in the heart of me. 

So deep in my heart that you're really a part of me. 

I´ve got you under my skin, Frank Sinatra.









Lo prometido es deuda. Estoy de vuelta.
Más capítulos nos esperan, la historia sigue. 
Chicas, mil disculpas por el largo silencio que ha tenido la historia, pero simplemente las palabras no encontraron la manera de expresarse en estos meses para mí. Pero ya estoy de vuelta. Espero leer sus comentarios con todas las ansias, como el primer día. 
Os quiero! 









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