Capítulo 24









El tiempo se detuvo, dejándonos atrapados dentro de aquella dimensión que habíamos construido sólo para nosotros dos.
Michael y yo.
Sólo él y yo.
Y de pronto sentí unas ganas irrefrenables de hacerle participe de mi mundo.
 Quería que Michael entrara en mi universo, mostrárselo por entero, sin reserva alguna.
Aquel sentimiento crecía cada vez más, al tiempo en que su melodiosa voz llenaba de magia a aquel lugar.

-Out On The Floor There Ain't Nobody There But Us Girl, When You Dance There's A Magic That Must Be Love Just Take It Slow, 'Cause We Got So Far To Go When You Feel That Heat And We're Gonna Ride The Boogie Share That Beat Of Love...- susurraba Michael, observando mis ojos en todo momento, haciéndome sentir que él estaba ahí conmigo, segundo a segundo, mucho más cerca de lo que yo misma podia imaginar.
Aquella conexión que nos unía parecía cada vez más fuerte.
Algo inexplicable me ataba a él.

Una suave brizna revolvió mi cabello, con lo que mi frente quedó cubierta de rizos.
Michael dejó de cantar y apartó cariñosamente aquel mechón de mi frente.
-¿Qué quieres hacer ahora, pequeña?, esta noche tú decidirás. Estoy completamente a tu disposición. - dijo Michel de pronto, taladrándome con la mirada, mostrándome aquella sonrisa torcida, descaradamente atractiva. Medité algunos segundos, intentando decidir si aquel lugar que venía a mi mente sería el más apropiado, pero ¿por qué no?, Michael y yo éramos amigos, y como amigos no tenia nada de malo hacerle aquella invitación.

-¿Quieres cenar esta noche conmigo, Mike?- dije observándole.
Una inmensa sonrisa se extendió por su rostro. ¿Cuándo iba a dejar de deslumbrarme su maravillosa e irresistible sonrisa?
-Claro que quiero cenar contigo, Liz. ¿Dónde deseas ir?, te llevaré al mejor restaurante de la ciudad, te encantará...-
-Mike- le interrumpí, llevando uno de mis dedos hacia sus labios.- ¿No habías dicho que esta noche decidiría yo?- reí.
Se unió a mis risitas, besando suavemente mi dedo índice.
-Lo siento, a veces el entusiasmo me sobrepasa, campanita.- se disculpó, exhibiendo una tímida sonrisa.- Entonces, ¿a donde me llevarás?
-A mi casa.-
Sus ojos brillaron al escuchar aquello.
-¡Me parece perfecto!- dijo tomando mi mano, comenzando a caminar.- No podemos perder un sólo segundo, estoy ansioso por descubrir que tan bien cocinas. Tengo un paladar muy exigente, te lo advierto.
Para ese momento, ya habíamos emprendido el camino hacia un automóvil negro, el único que había aparcado en las inmediaciones, sin contar los enormes coches del equipo de producción. Pero la verdad, es que más que caminar, aquello era una verdadera maratón.
Intenté mantener el ritmo de mis pasos, pero Michael lo hacía bastante difícil, ya que a duras penas conseguí igualar las grandes zancadas del chico que, por poco, me arrastraba por el lugar.
Entonces comprendí, que la paciencia no era su mayor cualidad.


Cuando estuvimos al interior de aquel coche- que supuse era de Michael- y él enganchó la llave en el contacto para arrancar, una duda comenzó a rondar por mi mente.
-Michael, un momento.- le dije, impidiéndole arrancar.
-¿Qué pasa, Liz?
-Tú...sabes conducir, ¿no?
El tono de mi voz delató la preocupación que me había embargado. ¿Michael había conducido alguna vez en su vida?
La idea no me pareció para nada absurda, ya que era evidente que no tenía la necesidad de hacerlo por sí mismo.
Y entonces sonrió. Pero aquella sonrisa estaba lejos de tranquilizarme, es más, aumentó mi desconfianza.
-¡Claro campanita!, ¿no confías en mi?- preguntó observándome de la manera más encantadora, mostrándome una expresión conmovedora e inocente.
-Por supuesto que confió en ti, pero...-
-Pero nada. Relájate pequeña, déjamelo a mí.
Y entonces silenció mis palabras depositando un tierno beso en mi mejilla, lo que obviamente me dejó helada, completamente incapacitada para refutarle algo.

Pero luego de unos cinco minutos, confirmé mis sospechas.
Michael conducía como un loco. Lo supe desde el mismo momento en que el coche se puso en movimiento abruptamente.
Y sí, aquella noche descubrí lo que era el verdadero temor a morir estampada contra algún otro coche.



-¿Qué tal el viaje?- preguntó Michael, abriéndome la puerta del copiloto.
-Terrorífico, la verdad.
Michael estalló en risas, mientras mi pálido rostro confirmaba que mis palabras eran ciertas.
Le fulminé con la mirada, pero esto sólo avivó su ataque de risa, ignorando mi momentáneo enojo.
Tomó mi mano y entramos al edificio.

Cuando ingresamos al apartamento, Michael aun se partía de la risa.
-No veo qué es lo que te causa tanta gracia.- le acusé cerrando la puerta a mis espaldas, mientras Michael se tumbaba en el sofá.
-Oh vamos pequeña, ha sido el viaje más divertido de mi vida.
-¿Ah si?, pues no opino lo mismo. De hecho, eres el peor conductor que he conocido en mi vida entera, Michael Jackson.
Rió aun más, lo que comenzaba a aumentar mi disgusto.
Me dirigí hacia la cocina, intentando contener aquel sermón sobre responsabilidad que, seguramente, le soltaría en menos de cinco segundos.
Pero en cuanto me apoyé en la encimera, sentí como Michael rodeaba mi cintura.
-Oh vamos, Liz, sabes que no ha sido tan malo.-susurró.
-No, no ha sido tan malo, tienes razón. Fue terrible. No sabes el susto que me has hecho pasar. Deberías conducir con mayor precaución, Michael. ¿Qué hubiera pasado si...?-
-Nada, no paso nada. Estamos aquí, tú y yo.
Entonces Michael hizo que me girara, para así quedar frente a él.
-Prometo que la próxima vez conduciré mejor, ¿esta bien?-
-Ajá.- dije sin saber realmente por qué asentía.
¿Era mi impresión, o Michael estaba haciendo algo con mi concentración?
-¿Me perdonas, pequeña?
-Sí.- susurré.
La verdad es que en ese momento podría haber dicho que sí a cualquier cosa que me hubiera pedido con aquella voz tan... persuasiva.
De un momento a otro la claridad de mis ideas se esfumó por completo.
Michael se encontraba peligrosamente cerca de mí. Apoyó sus manos en la encimera, por lo que sus brazos literalmente me encerraron. ¿Por qué no me hacia las cosas un poco más fáciles y se comportaba como un simple amigo, manteniéndose a una distancia segura?
-Pensé que hoy conocería a tus amigas.- dijo con aquella sonrisa irresistiblemente encantadora.-
-Quizás las conozcas, Michael.
-¿No están en casa?
-No, sólo estamos tú y yo.-
¿Acaso podía llegar a estar más nerviosa?
Necesitaba desesperadamente alejarme de Michael. Realmente lo que me preocupaba no era la escasa distancia que nos separaba, sino lo que yo podía llegar a hacer teniéndole así.
Hice un esfuerzo titánico por despegar mis ojos de los suyos, a pesar de lo difícil que esto me resultaba.
-¿No tienes hambre?, yo muero por comer algo.- le dije alejando mi rostro del suyo, recargándome aun más sobre la encimera.
-La verdad es que la comida podría esperar un momento, ¿no te parece?-
Michael se empeñó en complicarme más las cosas. A pesar de que yo, evidentemente me había alejado de su cuerpo, él volvió a acercarse al mío.
-Pues no. Tengo muchísimo apetito.- dije mientras alcanzaba una cacerola con mi mano derecha, interponiéndola ente él y yo, lo cual le obligó a distanciarse de mí.
Me volteé soltando el aire que había contenido en mis pulmones.

Mordí mi labio inferior, mientras llenaba la cazuela de agua. Percibí como Michael se acomodaba a mi lado, esta vez recostándose él sobre la encimera.
-¿Qué me cocinaras, oh gran chef?-
Le observé un momento, en busca de algún signo de enojo. Pero no encontré nada de eso, al contrario, parecía de muy buen humor. Es más, sonreía bastante divertido por algo.
-¿Y a ti, qué te divierte tanto?- pregunté frunciendo el entrecejo.
-Tú.
-¿Yo?, ¿qué es lo que te causa tanta gracia?
-Tu manera de evitar las cosas.- dijo sonriendo aún más.
Y decidí dejar hasta ahí el tema. No pregunté nada más, porque temía que pudiera decirme unas cuantas verdades, ya que sabía perfectamente a qué se refería.
Michael soltó una risita burlona.
-Pues deberías saber que no me gusta nada que se rían de mi, eh.- dije lanzándole gotitas de agua con la punta de mis dedos.
-¡Ey!- dijo cubriendose exageradamente.
-Reírse de mí tiene sus consecuencias.- Seguí tirándole agua en pequeñas cantidades, mojándole el rostro.- ¿Quién es el gracioso ahora?- reí.
-¡Esto es completamente injusto!, ¡estás en ventaja!- gritó partido de la risa.- ¡Me vengaré de ti, Liz!, ¡lo juro!
Y cuando decidí que ya era suficiente y que había aprendido la lección, me concentré en hacer la cena.
-Espero que te gusten los espaguetis.
-Me encantan.
-Bien.-
-Bien.-
Soltamos a reír.
-Fingir que estamos molestos no nos viene nada bien, ¿verdad?- dijo Michael.
-Creo que no. Desenfadémonos.- reí.
Me dispuse a sazonar la comida, pero Michael me detuvo.
-Yo cocinaré esta noche.
-¿Tú?- pregunté extrañada.
-Sí, yo.- dijo recalcando las palabras.- ¿Tú también piensas que por ser “Michael Jackson” no se cocinar?
-Pues, bueno...tienes que admitir que suena algo raro.
-No veo el por qué. Soy un chico normal, y puedo hacer lo que los chicos normales hacen.- dijo comenzando a cocinar.
Comprendí que la idea de no ser percibido como alguien normal le molestaba mucho, así que sólo asentí. Después de todo, él tenía razón, a pesar de que verle haciendo algo tan trivial me parecía, por lo bajo, desconcertante.
Sonreí ante la imagen que se me presentaba.
Michael Jackson cocinando para mí.




-No es que desconfíe de tus habilidades culinarias, pero si esto no esta bueno tendrás que pagar por ello, que lo tengas claro.- le amenacé observando el plato de spaghetti que tenia en frente.
 -Muy chistoso, señorita. Ya verás cómo terminarás por rogarme que te cocine de nuevo.

Y sí, cuando probé aquellos spaghettis me tragué todas mis palabras. Estaba buenísimo.
¿Dónde había aprendido a cocinar así?
 -¿Y bien?
-No está mal.
Michael rió.
-Eres imposible. ¡Reconoce que te han encantado!- dijo señalándome con su dedo índice.
-Esta bien, me han encantado, Michael. Son los mejores spaghettis que he probado. Te felicito.
-Oh, gracias, gracias. No es para tanto.- rió, fingiendo arrogancia.
Una vez más estallé en risas debido a lo payaso que Michael era.
Pero de pronto, algo impacto contra mi cabello.
Llevé una mano hacia mi cabeza para averiguar de qué se trataba.
Como sospechaba. Un spaghetti.
Inmediatamente le dirigí una mirada acusadora a Michael.
-Tengo derecho a vengarme, además te has reído de mí.
Pero no tardé en reaccionar, no le daría tiempo alguno.
 No había tregua posible.
La diferencia entre su ataque y el mío recaía en que yo tomé un puñado de tallarines sin pensármelo dos veces, y naturalmente, se los lancé a la cara. Aquel movimiento de mi parte desató la guerra.
Sabía que Michael en menos de un segundo me arrojaría cuanta comida tuviera por delante, por lo que corrí en dirección opuesta con el plato en las manos.
Pero para mi sorpresa, antes de llegar al otro extremo, él ya se encontraba ahí.
Antes de que pudiera reaccionar, cientos de spaghettis se estamparon contra mi cuerpo, no obstante, como pude le lancé el resto de la comida que tenia entre mis manos.

Un ataque de risa me embargó nuevamente, y él me atrapó.
Tomó mi cintura, inmovilizándome, mientras vertía todo el contenido de su plato sobre mi cabeza.
Ahora era él quien se doblaba de la risa, burlándose de mi desgracia, pero la verdad es que él no estaba mucho mejor que yo.

-¡Elizabeth!- escuchamos de pronto.
Michael soltó mi cintura, sobresaltado ante aquella interrupción. Dirigimos nuestras miradas hacia la puerta.
Elena y Anne habían llegado a casa.
-Hola, chicas.- dije aún riendo.
-Hola.- dijeron ambas a la vez, mientras sus ojos iban y venían desde Michael a mí y volvían otra vez a Michael. Anne carraspeó dramáticamente, observándome.
-Oh,- dije cayendo en la cuenta.-lo siento. Chicas, el es Michael...bueno, creo que ya saben quien es.- reí nuevamente, esta vez, cambiando el rumbo de mi mirada, para observarle a él.- Michael, ellas son Anne y Elena.

Su sonrisa deslumbró nuevamente, pero esta vez no sólo a mí, ya que las expresiones de mis amigas lo decían todo.
-Es un verdadero gusto conocerlas.- dijo Michael con aquella voz suave y dulce.
¿Por qué las chicas tenían aquella cara de bobas? Esta vez, la que se vio obligada a carraspear fui yo.
-¡Bueno, pues al fin te conocemos!- dijo Anne, con aquel tono socarrón tan característico en ella.- No sabes cuanto nos han hablado de ti últimamente.-
Mis mejillas se encendieron levemente cuando Michael clavó sus ojos en mí, mientras yo intentaba no mirarle.
Esta vez si que mataría a Anne. En cuanto Michael cruzara esa puerta me escucharía.
Dirigí una mirada reprochadora a mi tan oportuna amiga. Que bocota tan grande tenía.
-¿Qué es lo que ha pasado aquí?- dijo Elena de pronto observando cada detalle del lugar. Y entonces me percaté de que todo estaba hecho un completo desastre. Había comida regada por doquier.
-Estuvimos...cocinando.- Se limitó a decir Michael con una tímida sonrisa.
-Me puedo dar cuenta.-susurró Anne.
-Chicos...entiendo que cocinar les apasiona, ¿pero qué diablos ha pasado aquí?
Y entonces nos recorrieron de pies a cabeza.
Observé a Michael de arriba a bajo y no pude evitar otro ataque de risa.
Su cabello estaba completamente lleno de spaghettis, al igual que su ropa.
Aquello me causó tanta gracia que no pude contener las carcajadas.
-Michael- dije mientras me doblaba de la risa.- ¡Te ves tan guapo!
-¡Qué graciosa!, pues tú te ves algo...como decirlo... ¿extravagante?-dijo riéndose de mí.
Y en ese momento observé mi reflejo en el gran espejo que había en el comedor.
Oh. Dios mío.
Estaba cubierta de comida...absolutamente horrenda.
Me volteé y le fulminé con la mirada, mientras se partía de la risa, y para mi pesar, las chicas también. Qué divertido.
-Me vengaré de ti, Michael.-
Pero aquello sólo aumentó sus risotadas.

Las horas pasaron rápidamente.
Michael, como era de esperar, tenía encantadas a las chicas, quienes habían congeniado a la perfección con él.
Ambos nos dimos una ducha, ya que para ser sinceros, nuestro estado era bastante precario.

-¿Y?, ¿qué tal luzco?- dijo Michael haciendo pequeñas posecillas, antes de tumbarse en el sofá. Le había prestado los pantalones de chándal más amplios que tenía, junto a un suéter que se encontraba en lo más profundo de mi armario, dado que era demasiado ancho para mí.
¿Que cómo lucía?...me limité a morder mi labio inferior, conteniendo una carcajada.
-Te ves muy, muy guapo Michael. Tus fanáticas morirían por verte así.
-¡Ey, no te burles de mi!, eres realmente malvada, campanita. Mira que por tu culpa estoy así.- dijo listo para atacarme en una guerra de cosquillas.
-¡¿Por mi culpa?!, ¡has sido tú el que ha empezado!-
-Aún así sigues siendo culpable.
-¡Embustero!
-¿Cómo me has llamado?- espetó mientras sus ojos brillaban, llenos de malicia.
-Embustero.
-Reptíelo.
-Embustero.-
Y con ello fue sufieciente. Se lanzó sobre mí, atacándome cobardemente, torturándome a base de cosquillas.
-¡Michael!, ¡quita tus garras de encima!
-Dime que lo que has dicho no es verdad.
-¡No!, ¡Michael, suéltame!
-Discúlpate.
-¡Embustero, embustero, embustero!
Pero de pronto no pude seguir acusándole.
Michael cubrió mi boca con su mano, dejando las cosquillas de lado. Y de pronto las cosquillas en el estómago me invadieron.
Sus ojos perforaban los míos, acelerando los latidos de mi corazón, una vez más.
Lentamente, recorrió mis labios con sus dedos, para luego acariciar mis mejillas y nuevamente volver a mis labios.
-Michael...- susurré.
Quise decirle que se apartara de mí, que dejara de observarme de aquella forma que causaba estragos con mi respiración. Pero no pude.
Sentir su cuerpo sobre el mío, sus manos acariciando mi rostro y su dulce y adictivo aliento rozando mi piel, me estaba volviendo loca.
¿Por qué mi plan de ser sólo amigos no estaba funcionando?
Supongo que, si quieres ser amiga del diablo, no debes desear nada de él.
Ahí recaía todo el problema del asunto.
Porque yo deseaba mucho más de Michael de lo que había deseado nunca. Y no precisamente como amigo.
Pero no me dio tiempo de tomar alguna decisión.
Se apartó rápidamente, levantándose del sofá.
-Liz, ya es tarde, creo que debo irme antes de que tus amigas no quieran que vuelva más por no dejarlas dormir.- dijo intentando bromear, visiblemente nervioso.- Te veo mañana, pequeña.
Se encaminó hacia la puerta, pero en arrebato me puse de pie ágilmente y le tomé de la mano, obligándole a voltearse.
-Quédate esta noche.-







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13 comentarios:

Anónimo dijo...

awwwwwws.!! :'3
lo amee
sube mas seguido qe te parese mañana!!
porfaa me muero por ver el sigueint
no nos dejes con la intrigaa!

Anónimo dijo...

TODOS QUEREMOS QUE SUBAS UNO POR DIA!
O NO?

PORFAVOR,! NO TARDES TANTO MORIREMOS!

Anónimo dijo...

ohhhhh tu novela esta buenísima
ya quiero el otro capitulo

Malena Jackson dijo...

queee yupiii!!! Liz le pidio a Michael que se quede auww lindo capitulo !! espero el siguiente con ansias !! besos mi amiga !

MitsukiXD dijo...

uuuuuuuuuuuuuuuu, chan !! no no puedes dejarla ahi, sube pronto el prox.
ay me encanta cuando se ponen a jugar me dio mucha risa xD

sube el prox plz!!!!
:)

Emely dijo...

awww!! :3 Como Siempre me sorprendes Naty...Ame este capitulo, Me imagine a Mike con los Espagettis en su Cabello xD...
Y Liz le pidio que se quedara! Hahahaaa!!! o.O que pasara? xD
Espero el Proximo Capitulo con ansias...!!
Besitos...

ana maria dijo...

Dios mio yo amo literal, amo tu novela sube el otro pronto, tienes una mentecita envidiable, sube pronto el oro capitulo, no lo dejes ahí.

Anónimo dijo...

me encatóoooooooooooooooo !!!!!
tienes que publicar yaaaaaa!!!!
por favor ...
espero que publiques algo muy pero muy especial este 29 de agosto que es su CUMPLEAÑOS ...

Gipsy dijo...

AHHHHHHHHHHHHHHHHH PERO COMO LE DEJAS AHI??!!!
oficialmente he muerto con este capi! X___x
xDDD
ame cada detalle de este capi
pobre Liz, le salio mal conductor, pero al menos buen cocinero no? xD
me rei con la pelea de comida,imagine a Mike con sus rulines cubiertos de spaghettis *-*, esas partes tan emocionantes entre Liz y Mike, ahh xq no lo aceptas Liz? no dañes el momento D: Michael besala ya! D: (?) xDD

sii Mike, quedate quedate! x_x
quiero conti!!! D:
saludos Naty :D

JuliaGo... dijo...

NOOOOO!

Eres malvada! Cómo la dejas ahi?!
Ya caí en la cuenta... de verdad quieres matarme!

Nathalie! De los mejores capítulos! Me ha encantado, de verdad!

Espero puedas seguir pronto! Morire si no lo haces!

Un beso, linda!

ana maria dijo...

Dios ¿que es lo que te pasaaa?, lo único que te pedimos es piedad y compasión para con nosotraaas,escribe mas capitulos rapidos, por tu demora deberian ser de a 3 capitulos por día awwwww! micky con pasta en el cabello jajaajaj, eso con shampoo no caeee :), woooow me encanta lo que escribes, chica eres cool.
posdata: eh llorado mucho al recordar a micky, en especial hoy 29 de agosto, por el hoy encenderé una velita. el fué, es y segurá siendo el amor de mi vida :,(

Annie JaCkSon dijo...

awwww que lindo capitulo lleno de amor y muy divertido me encanto amo tu novela siigueee qe se quedo muy interesanteee

ana maria dijo...

oye publica otro capitulo ya hace bastante no lo haces porfavooor no lo dejes asii...

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