Capítulo 33





"Te amo"







-Porque te amo, Michael. Te amo.-



En cuanto mis labios pronunciaron esas palabras, me miró de aquella forma profunda y certera, con la que solía desarmarme. Pero esta vez en sus ojos había un brillo distinto, que no supe cómo descifrar.


-Pero tengo miedo. Me aterra sentir esto por ti.
-¿Por qué?- inquirió acercando su rostro un centímetro más al mío.-
-Porque si te hago daño en el camino, si por alguna razón sufres por mi culpa, no me lo podría perdonar, Michael. Te quiero demasiado como para soportar herirte. ¿Te das cuenta de lo peligroso que es esto?, ¿qué sucede si no soy lo que esperas, o si…-

Pero no pude continuar, Michael llevó su dedo índice hacia mis labios e impidió que dijera nada más.

-Basta, Liz. ¿Acaso te has preguntado lo que pienso yo al respecto, o lo que deseo siquiera?, ¿tienes alguna idea de lo que yo siento por ti?

Mi corazón saltó en mi pecho un  segundo infinito.
-¿Y qué es lo que sientes por mí, Michael?

El espacio que se extendía entre nosotros me pareció completamente insustancial. Casi era capaz de sentir sus latidos allí, junto a los míos.
Su respiración chocó de lleno en mi rostro. Suspiró extenuado, como si lo hubiese dicho un millón de veces ya, sin realmente confesarlo jamás. Sus manos sostuvieron mi rostro, mientras sus risos acariciaban  mi piel y el cosquilleo en mi vientre crecía con cada centímetro de distancia que él acortaba. Cada teoría y conclusión que mi mente había conjeturado se desvaneció en aquel instante, haciendo añicos con su aliento aquellas decisiones que antes había tomado.

-¿Cómo podría explicarte, campanita, algo que ni yo mismo soy capaz de entender? Sólo lo siento, Liz. - dijo entonces clavando sus pupilas de lleno en las mías. Tomó mi mano y la llevó hacia su pecho con determinación, alojándola allí, en el lugar preciso.-¿Sientes cómo mi corazón late desbocado?, eres tú la que me ha hecho esto. Cada vez que te acercas a mí, cada vez que me miras de aquella forma, como si yo fuese especial para ti, o con tan sólo evocar tu imagen en mis pensamientos, siento como si el corazón saltase de mi pecho.-

Bajo la palma de mi mano sentí cómo los latidos de su corazón golpeaban su pecho a una velocidad irracional.
Entrelazó sus dedos con los míos, sin dejar de envolver mi mano, sosteniéndola allí, donde podía sentirle palpitando, por mí. Mis ojos recorrieron su rostro, que para ese momento ya se encontraba a escasos centímetros del mío.
Observé su piel chocolatada, sus risos oscuros cayendo por sus mejillas sonrosadas, sus ojos destellando ante mi escrutinio. Y me detuve en sus exquisitos labios.
-¿Pero sabes una cosa?- dijo de pronto, mientras humedecía sus labios.- Hay algo que no tiene comparación alguna. Algo que me vuelve absolutamente loco. Un completo demente.
-¿El qué, Michael?-susurré.
-Tus labios.

Y sin más, la distancia que nos separaba desapareció.
Mis labios se enredaron en los suyos con urgencia. Michael me besó de manera deliberada, como si hubiese ansiado que esto ocurriese hace mucho. Ahora ni él, ni yo pudimos contener lo que aquel contacto provocaba.
Percibí como sus labios buscaban una y otra vez los míos con desesperación, anclándome aún más a su boca.
Entonces cada uno de mis miedos se esfumó. ¿Y si Michael tenía razón en arrastrarme con aquella fuerza de atracción hacia él?, ¿Y si esto era precisamente lo que desde un principio debía suceder y yo no había estado haciendo más que intentar detener lo inevitable, retrasándolo una y otra vez?

Rodeé su cuello con mis manos y me ceñí un poco más a su cuerpo dejándome llevar por aquella adicción que su cercanía suponía ahora para mí. Y entonces él hundió una de sus manos en mi cadera y me atrajo con decisión hacia su cuerpo, estrechándome hasta lo imposible, eliminando cualquier distancia que pudiese haber separado nuestras pieles.
Me perdí en el caos que significaba aquel aroma. Su aroma. Y su exquisita lengua buscó la mía, arrasando con cada una de mis defensas, ya inexistentes.
No. No quería resistirme más y no lo haría.
Porque el que no arriesga, no gana, ¿no?
Y yo tenía mucho que ganar. Mi recompensa estaba justo allí, pegada a mi silueta, ardiendo junto a mí, fundiendo sus labios en los míos, enredando su lengua de manera enloquecedora en mi boca.

Y yo quería más.

Su mano subió desde mis caderas, sumergiéndose bajo la delgada tela, hasta llegar a mi vientre. Acarició mi piel, quemándome con su tacto. Trazó mil figuritas con sus dedos, causando un cosquilleo allí, en donde las mariposas se habían instalado hace un millón de años.
Ahora él ya lo sabía. Sabía cada una de mis verdades. Sabía la más fundamental de todas.

Sabía que yo le amaba, que le amaba con todas mis fuerzas.


Acaricié sus mejillas, su cuello, cada pliegue de su camisa y le besé sin reservas, tal como él lo estaba haciendo.

Cuando recordaba aquel primer beso frente al mar, solía pensar que nunca habría ninguna otra forma posible en que me besasen que fuese capaz de superarle.
Pero me equivocaba, y de qué manera. Porque ahora, que sus labios arrebatados buscaban los míos una y otra vez con fiereza, casi de una manera salvaje, cada fibra de mi cuerpo había cobrado vida propia. A tal punto en que no me percaté del momento en que comencé a enredarme en su cuerpo, por si alguna mínima porción de aire todavía se interponía entre nosotros.
Y entonces, cuando el aire se había escapado por completo de mi sistema maldecí a mi necesidad básica de respirar.  Me vi obligada a separarme un centímetro de sus labios.
Y con un suspiro extasiado, Michael llenó mis sentidos con su embriagador aliento, desorientándome, dejándome aún más aturdida de lo que ya estaba.
Sus despiertos ojos oscuros perforaron los míos en aquel preciso instante. Y así, anclada a su cuerpo volví a caer rendida ante aquella fuerza magnética.
-Te amo, Elizabeth. Te amo con cada latido, desde el primer segundo en que por alguna extraña razón llegaste a mi vida. Te amo, Liz, te amo como un completo estúpido.-

Volvió a tomar mi rostro entre sus manos, mientras mi corazón palpitaba desbocado y el mundo parecía girar a una velocidad vertiginosa para mí.
-Te amo.-

Besó mis labios una vez más, para luego quedarse a menos de un centímetro de ellos.
-Por favor, Liz, déjame mostrarte que esto sí puede salir bien. Déjame hacerte feliz y te juro por Dios que echaré uno a uno tus miedos por la borda. Te amo, te amo y ya no puedo soportar un segundo más sin estar a tu lado a cada minuto. No puedo, Liz. Simplemente no tengo la fuerza necesaria para seguir fingiendo que te quiero y nada más. No puedo seguir conteniéndome cada vez que veo tus labios y no besarte como deseo. No puedo seguir soportando no ser más que un amigo para ti. No puedo.
Dime que esto que siento por ti no es sólo una locura. Dime que tú también lo sientes. Dime que me amas, como yo te amo a ti.-
-Michael, te amo. Te amo, ¿entiendes? Te amo, te amo, te amo. Y todo lo que has dicho es exactamente lo que pienso, y siento.
-Eso es lo único que quería escuchar.


Y entonces sus labios volvieron a buscar los míos.
Me besó, me besó de manera lenta. Sus labios sinuosos, exploraron nuevos caminos, nuevas formas y sabores.
Allí, en sus brazos comprendí que en realidad nunca había tenido otra alternativa que rendirme ante aquel sentimiento abrazador, pleno, que llenaba mi pecho, expandiéndose hacia cada rincón de mi alma.
A pesar de haberme negado a ello mil veces y haber intentado seguir mi vida sabiendo que él la había cambiado irremediablemente, ahora podía ver con claridad las cosas.

Sí, aunque en realidad mi mente estaba absolutamente nublada por aquel aroma que su boca de miel contenía, las cosas estaban mucho más claras.

Le amaba, le amaba tanto como podía soportar. Aunque a decir verdad, mientras Michael devoraba mis labios y sus manos se adueñaban de mi cintura, sospeché que incluso el amor que sentía por él era mucho, mucho más infinito de lo que siquiera podía llegar a imaginar.
Apartó sus labios de los míos para recorrer mi rostro con ellos. Mis mejillas, mis cienes, mi frente y aquel camino de perdición hacia mi cuello. Y allí, cuando besó cada centímetro de mi garganta un jadeo se escapó de mis labios.
Abrí los ojos de pronto, ante aquel sonido que había salido desde mi boca.
Sentí sobre mi piel el movimiento de  sus labios extendiéndose en una sonrisa, causada por aquella nueva habilidad recién descubierta por él. Hacerme perder la cabeza.
Sí, él estaba disfrutando aquel momento. Aquella victoria. Esa nueva seguridad.
Volvió a buscar mis labios con urgencia. No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos, y no me importaba realmente. Toda, absolutamente toda mi atención se encontraba enfocada en él.
En él y sus labios, en él y sus manos ancladas a mis caderas, a él y su absurda manera de elevarme mucho más allá del cielo.



-Michael- murmuré un segundo después de que abandonara mis labios en busca de un poco de aire.-
-¿Si?
-¿Qué sucederá ahora con nosotros?- dije imponiendo una mínima fracción de espacio entre nuestros cuerpos para ser capaz de pronunciar unas cuantas palabras coherentes.- Quiero decir, ¿qué es lo que somos, o seremos?
-Seremos lo que tú quieras que seamos, Liz. Tal vez, si tú quieres podríamos ser algo más…-
-¡Sí, sí, sí!, ¡claro que quiero!
Y entonces le salté en cima. Me colgué de su cuello y rodeé su cintura con mis piernas.
Inmediatamente me estrechó en sus brazos para evitar que me diese un buen golpe en el suelo.  Su risa resonó a lo largo de la sala, mientras yo cubría su rostro de besitos.









Las horas avanzaron a una velocidad impresionante, como solía ser cuando estaba junto a él. Tumbados en la cama, riendo a carcajadas debido a sus malos chistes, los últimos días parecían ya muy lejanos. Decidimos, en un mutuo acuerdo, encerrar  todos esos desagradables recuerdos en el rincón más alejado de nuestras mentes.
Y ahí, recostada junto a él, en medio de aquel desastre de sabanas y almohadas, risas y besos, sentí cómo la felicidad había embargado mi vida de un momento a otro.
Me incorporé levemente para poder observarle mejor.

Si me hubiesen dicho tiempo atrás que me enamoraría como una tonta de Michael Jackson me habría partido de la risa. Porque sencillamente era una locura. No obstante, él se encontraba allí, sonriéndome de aquella manera divina mientras me contaba mil y un anécdotas que me había perdido.
Ahora cada parte del rompe cabezas encajaba. Me sentía plena y feliz.
¡Y qué fácil me pareció en ese instante imaginar un futuro junto a él!

-Definitivamente tienes que conocer a Rulf. ¡Hubieras visto cómo se deformó su rostro al escuchar que Randy había inundado la casa!, aunque claro, su enojo no duró mucho, porque el que terminó utilizando las escaleras como tobogán fue él.- dijo Michael, deteniéndose un momento para estudiarme con sus grandes ojos.-¿En qué estás pensando, pequeña?-

Como siempre no se le escapaba una.

-Escuchaba lo que decías, Mike.
-No es cierto. Dímelo, quiero saberlo.- insistió acercando su rostro un poco más al mío con curiosidad.- A veces me gustaría poder leerte el pensamiento, ¿sabes?, pero como aún no he desarrollado esa habilidad, quiero que me lo digas.
 -Estaba pensando en ti, Michael. Últimamente eres en lo único que pienso. Así que no debería sorprenderte demasiado.
-¿Y qué es exactamente lo que pensabas sobre mi?
-Pensaba en lo afortunada que soy de tenerte aquí, conmigo.
-Creo que puedo refutarte eso. El afortunado soy yo, Liz. Hace algunos meses me he estado sorprendiendo de la suerte que he tenido de pronto.-
Me recosté nuevamente ante su atenta mirada. Acomodó su peso y giró en su costado. Flectó un brazo y apoyó el mentón en la palma de su mano para observarme mejor. Sus ojos brillaron de pronto mientras escrutaba con atención mi rostro.

-Estoy tan feliz, pequeña. He esperado esto desde el primer día en que te conocí. Creerás que exagero, pero en cuanto me dirigiste la palabra en aquella escalera sentí cómo el mundo se desvanecía a mis pies. En el preciso segundo en el que te ofrecí mi mano y levantaste la mirada  supe que eras especial. Algo cambió en mi interior en cuanto tus ojos dorados se posaron en los míos.
Recuerdo que cuando echaste a andar escaleras abajo me quedé ahí plantando, como si me hubiesen tirado cemento en cima. Tú simplemente te habías ido, si más. Y yo no tenía cómo saber quien eras. Te observé hasta que te perdí de vista, sintiendo cómo el mundo había dejado de girar, al menos para mí. Y entonces en medio de todas esas entrevistas, mi mente barajaba un sinfín de alternativas para encontrarte. Te juro por Dios que habría sido capaz de contratar a alguien para averiguar sobre ti, o por lo menos tu nombre. Espero que escuchar esto no te haya asustado demasiado.- sonrió.
-¡Estoy aterrada!, después de todo no me equivocaba cuando te dije que eras un psicópata.- reí ante su expresión.- Es broma, tonto. ¿Cómo podría asustarme? Me parece lo más romántico que he escuchado. ¿Tenemos una buena historia que contar después, no?, pero quiero saber más.
-¿Qué quieres saber?
Medité un momento e intenté escoger una de las muchas preguntas que tenía en mente.
-¿Qué fue lo que te gustó de mi?
-Todo.- dijo con esa sonrisa de infarto. Puse los ojos en blanco.- ¡Es verdad!, estoy respondiendo a tu pregunta lo más sinceramente que puedo.
-Oh vamos, Michael, puedes hacerlo mejor.
-Me gustó todo, absolutamente todo de ti. Pero si quieres detalles te los daré.
-Te escucho.
-Creo que cuando me miraste en aquella escalera algo pasó. No sé cómo describirlo, pero se acerca bastante a cuando te quedas atrapado con la luz. Una vez que la observas te encandilas y es imposible borrarla de tu vista. Eso es exactamente lo que me sucedió contigo.- dijo mientras yo me deleitaba secretamente con el movimiento de sus labios.- Pero no alcancé a reaccionar como debería, pues tú te marchaste antes de que mi mente comenzara a trabajar otra vez. Y eso fue lo más extraño de todo. Tú sólo te fuiste. No gritaste, no entraste en shock ni nada por el estilo. Me diste las gracias y te marchaste. En un principio me preocupé al pensar que te podrías haber molestado por algo que pude haber hecho. Pero de pronto llegaste a la habitación y descarté la idea. Porque obviamente si te hubiese molestado no habrías sido así de encantadora.
Te plantaste ante mí con aquella sonrisa y me derretí. Entonces agradecí al cielo por haberte puesto en mi camino de nuevo. Aunque, a decir verdad, justo antes de que llegaras había trazado mi plan. Les pediría a los encargados del hotel que me dieran una copia de la cinta de seguridad, quienes obviamente me lo facilitarían. En ocasiones como esa, ser Michael Jackson tiene sus ventajas. Y bueno, después de eso no sería difícil averiguar quien eras con un buen investigador. –
Solté una carcajada de aquellas, y él se unió a las mías. No sabía que Michael trazara ese tipo de conspiraciones. Todo lo que me estaba diciendo me parecía tan increíble…
-Por otro lado, adoré la forma en la que te dirigías a mí y la manera que tenias para referirte a cada cosa. Me resultaste adorable, e inmediatamente sentí una clase de conexión contigo. No tengo palabras para describirlo, Liz.
-¿Y qué mas te gustó?- pregunté alzando una ceja.
-Bueno, nunca he sido una persona superficial, ya lo sabes, pero sería un mentiroso si te dijera que al verte no has provocado nada en mí. Recuerdo perfectamente que en cuanto despegué mis ojos del ventanal, te vi en medio de aquella habitación y la luz incidió en tu cabello. Y entonces me quedé helado por un segundo. ¡Tú estabas ahí!, ¡y santo cielo, no pude despegar mis ojos de tu rostro en toda la dichosa entrevista!, eras lo más hermoso que había visto en mi vida entera, Liz. Eres la mujer  más guapa que puede existir en la faz de la tierra.  ¡Dios mío!, ¡podría haber caído de rodillas a tus pies en ese mismo instante!, y sigo cayendo, Liz. Una y otra vez.-
Sus rizos acariciaron mi rostro y suspendió sus labios a un centímetro de los míos. ¿Por qué me hacía esto?
Me estaba convirtiendo en una adicta. Una completa adicta a sus labios. Y él no cooperaba mucho al respecto. En lugar de eso, lo hacia aún más tortuoso, pues se quedó allí, rosando mis labios, mientras su dulce aliento chocaba contra mi boca. Y sí, sabía perfectamente lo que él quería, y por supuesto, terminé por darle en el gusto. En un impulso arrebatado, levanté algunos centímetros mi cabeza y enganché su boca a la mía.
Tiré suavemente de su labio inferior, reteniéndole entre mis dientes un segundo. Pude percibir cómo un estremecimiento le recorría, pero no me detuve. Es más, aquello sólo sirvió para avivar aquel deseo que sentí de tenerle cerca. Y a él no pareció importarle en lo absoluto, pues tomó mi cintura y dejó descansar el peso de su cuerpo sobre el mío.
Enredé mis dedos entre su cabello y le atraje aún más. Le besé, le besé sin reservas, consiente de que esta no sería la última vez que sus labios serían completamente míos.
Ahora estábamos juntos, y yo era la chica más feliz del mundo.

Sus labios incansables, buscaron los míos con propiedad, moviéndose de manera sensual, increíblemente arrebatadora. Y en ese instante me pregunté de cuántas maneras posibles me podría besar Michael.
Cada uno de sus besos tenía un sabor distinto. Un matiz sublime e irreal. Pero siempre adictivos. Pues yo cada vez quería más.

Me había besado de manera tierna y lenta aquel día, en que nuestras bocas tuvieron el primer contacto real. La segunda, hace unas cuantas horas, tras aquel arrebato, sus labios me habían buscado de forma salvaje, casi violenta. Apasionada al extremo. Pero luego había vuelto a ser tan suave y dulce como la primera vez.

Luego habían venido mil y un besitos repentinos y provocadores que me habían dejado sin replica alguna.
Pero ahora, tumbados en la cama, mientras su cuerpo descansaba sobre el mío, sus labios jugaban de manera sensual, desconcertante, con un deseo explicito en su movimiento.

Y yo respondía a cada uno de ellos, muriendo de amor, sintiendo cada roce, cada suspiro como si la vida se me fuese en ello.

Una de sus manos acunó mi rostro, reteniéndolo, haciendo de mis labios la presa perfecta para su boca. En tanto la otra, bajó desde mi cintura hasta mis caderas, causando cientos de escalofríos en mi cuerpo, completamente dispuesto a sus órdenes. Sus dedos acariciaron mi piel de manera lenta, disfrutando de cada centímetro de mis caderas, mi vientre y mi cintura.

Estaba segura de que mi corazón no palpitaba de manera normal cada vez que él me besaba de esa forma. Cada latido chocaba contra mi pecho con más fuerza que el anterior, a un ritmo frenético, a tal punto que estaba segura de que él lo podía oír.

-Estoy loco por ti, Elizabeth.-susurró.
Entonces soltó un suspiro entre mis labios y los separó mínimamente de los míos.
-Michael- murmuré, sintiendo el rece de su boca.-debes dejar de hacerme esto.
-¿Hacer qué?
-Provocarme taquicardias cuando me besas.
Sus risitas chocaron contra mis labios, contagiándome con aquel sonido semejante a las campanillas. Sonreí a la par y abrí los ojos para encontrarme con los suyos, infinitamente atrayentes y magnéticos.
¿Algún día dejaría de parecerme así de perfecto?


-Michael, prométeme una cosa.
-Lo que quieras.
-Prométeme que si esto llega a fallar por alguna razón, si esto se acaba…-
-No digas eso, amor.- dijo deteniendo mis palabras.-Esto no acabará. Jamás.
-Michael, déjame terminar. Por favor.- entonces guardó silencio y asintió.- Si esto, alguna vez llega a acabar, prométeme que no te irás de mi vida. Prométeme al menos que seguiremos siendo amigos.-
-A pesar de que estoy completamente seguro de que eso nunca sucederá, te lo prometo. Te lo prometo aquí y ahora. No sería capaz de salir de tu vida, Liz. Nunca encontraría el valor para alejarme de ti. Porque te amo con toda el alma, Elizabeth Forwell.


Te amo.-













¡Comenta!






11 comentarios:

Emy Mejia dijo...

SOY LA PRIMERA EN COMENTAR! Nathy, esto es capitulo mas romantico! Has llenado cada palabra con un amor tan de ellos...
Me Encanto! Eres maravillosa...Eh Leido 2 veces el Capitulo y no deja de Impresionarme! Este es el Perfecto inicio de Todo! Es perfecto comienzo de muchas travesuras, Besos, Caricias que estoy segura que me impactaran todas y cada una de las veces que las dejes...Plasmadas Aqui, con una magia que solo tu puedes ponersela.
Besos.

Lagama31 dijo...

No puedo explicar conpalabras lo que provocas en mi,en estas fabulosas lineas.Cada vez encuntro personas a quien admirar y esto de verdad me encanta. Mis palabras pueden ser pocas para todos los sentimientos encontrados, pero son con mucho amor y admiración!
Un gracias no es suficinte por eso no bastaría,pero espero que una sonrisa pueda rencompensarme =).
Con amor.
Laura A.

Peyton Paz Jackson dijo...

MORIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII DE AMOR !!!!!! JJE SIGUEE <3

Agathamaria05 dijo...

excelente nathalie!!!!! tienes un don espectacular para escrbir y hacer que uno sienta cada una de tus palabras..... espero que subas pronto el otro capi.....

grass dijo...

me has dejado sin palabras mujer ...
yo sé que este es el momento que TODOS esperábamos ...pero te confieso algo??   ...   sé que tú nos dijiste que la historia apenas comenzaba, pero  después de leer esto una y otra vez  ya no sé que pueda seguir ... en verdad no se me ocurre qué es lo que sigue en esta historia ahora que al fin han confesado su amor y se han dejado llevar por todas esas emociones y sentimientos que estuvieron contenidos dentro de cada uno de ellos durante todo este tiempo, durante 32 capítulos ...pero como dijiste alguna vez, espero que haya muuucha historia por delante y que este sea el principio de una hermoso sueño que nos lleve a recorrer el interior de estos dos personajes, no sólo lo relacionado con el gran amor que se tienen mutuamente, sino con sus miedos, frustaciones, alegrias y demás...
recuerdo que un día te dije que me gustaría que escribieras algo relacionado con michael y su padre, sé que no es el tema principal de esta historia, pero creo que ese asunto fue muy difícil para él, pero en fín.. ya me estoy llendo por otro lado..   :)

gracias por todo... y espero que publiques muy pronto muchos capítulos más..!!

la_nathyta_ dijo...

Hola Grass, sí, recuerdo perfectamente tu petición. Linda, queda mucho por delante, ni siquiera vamos en la mitad de la historia. Entonces, tranquila, todo a su tiempo.
Un beso para ti! 

Nathalie dijo...

Hola Grass, sí, recuerdo perfectamente tu petición. Linda, queda mucho por delante, ni siquiera vamos en la mitad de la historia. Entonces, tranquila, todo a su tiempo.Un beso para ti! 

Malena Malo J dijo...

que magnifico capitulo Nathy !! realmente me dejas sin palabras !! no se que podria decirte que te haga ver lo que siento cuando leo tu novela y el profundo impacto que tiene en mi ...pero podria decirte que cuando llegue su fin llorare como un bebe me hara muchisima falta !. gracias a Dios se por lo que he leido en tus comentarios que aun falta mucho para eso . Ademas tu tienes un Don Nathy y se que esta es la primera de muchas historias. Basta leer un solo capitulo para saber que eres  una fuente inagotable de inspiracion ! te quiero mucho nathy !! mi amiga magica !! siii porque derrochas tu magia por el mundo con tu linda novela y ademas tu linda forma de ser !! besos

Ely_chica_dulce dijo...

que romantico que lino siguela pronto porfavor,te felicito eres muy talentosa

AntU'anett Nicolle dijo...

Me encanta :) ♥

AntU'anett Nicolle dijo...

Sigelaaa! :) Esta buenisima tu novelaaa! :) me ha fascinado es muy buena :)  ♥

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)


up