Capítulo 29







""








-¡ Liz !- escuché gritar a Anne desde la sala.- ¡Hay algo para ti aquí!
Observé mi habitación y solté un largo suspiro. Aparté un mechón de mi frente y comencé a hiperventilar.
-¡¿Qué cosa?!- grité, aún buscando algún milagro entre aquel desorden.
-¡Pues no lo sé, es una caja!, ¿podrías venir a verlo tú misma?
-Anne, ¿podrías ayudarme?, ¡estoy hecha un lío, has lo que quieras con esa caja!
Recorrí rápidamente cada prenda con la mirada.
Demasiado informal. Demasiado corto. Demasiado provocativo. Para nada provocativo... ¿qué demonios se suponía que debía llevar puesto para esa ocasión?
Por supuesto tenía que ser un vestido. Eso ya lo sabía.
Pero ahí estaba el dilema.
 Bueno, la verdad no había dilema, ya que no encontraba absolutamente nada apropiado. Al parecer, mi afición por los vestidos cortos me estaba pasando la cuenta justo en el momento más inapropiado.
Hice una rápida rememoración del armario de Elena. Sí, tal vez ella podría tener algo que  me sacase de aquel aprieto.
Lo cierto, es que había olvidado comprar algo apropiado y ahora, en menos de una hora debía estar preparada y dispuesta a los pies de la alfombra roja con unas cuantas preguntas ingeniosas e incisivas que causaran la satisfacción de los lectores e histéricas fanáticas ávidas por seguir cada respiración de Michael a través del Daily Records.

-¡Liz!- volvió a gritar Anne de pronto. Solté un respingo y tensé mis hombros. ¿Nadie quería siquiera intentar ayudarme?
Con un paso firme y decidido me dirigí a la sala. ¿Por qué Anne se empeñaba en hacerme perder el tiempo que precisamente me faltaba?
Y ahí se encontraba, con su melena castaña y esos ojos azules más despiertos que nunca, sosteniendo una caja algo aplanada de color rosa pálido en sus brazos.
-Anne- dije poniendo los brazos en jarras sobre mi cintura.- Has lo que te apetezca con eso, ¿pero podrías dejar de molestarme por esa estúpida caja?
-¿Ni siquiera vas a abrirla?- y ahí estaba aquel tono tan característico de Anne cuando intentaba ser persuasiva. Frunció los labios de manera exagerada, haciendo un dramático mohín infantil. Negué una sola vez y crucé mis brazos bajo el pecho. Estaba perdiendo tiempo y luego lo lamentaría.- Pues si tú no lo haces, lo haré yo, porque estoy muriendo de curiosidad.
Llevó la caja hacia la mesa y retiró la tapa dejándola a un lado. Escuché cómo apartaba el papel del interior  y soltaba una gran bocada de aire.
Debía reconocerlo. Yo también moría por averiguar de qué se trataba.
Me acerqué un poco más hacia Anne y miré por sobre su hombro, pero solo logré vislumbrar más papel.
-¡Pero que pasada!- gritó.
-¿Qué?, ¿qué es?
Anne se apartó unos cuantos centímetros para dejarme observar mejor el misterioso regalo.
-¡Pero que chico te gastas!, ¿no tendrá un hermano o amigo que me presente?, ya sabes, alto, moreno, lindos ojos...aunque bueno, los ojos no me importan tanto...
-Anne- le interrumpí.- ¿podrías enfocarte y ayudarme sólo un poco? Está bien, prometo que si conozco a alguien así pensaré en ti, ¿de acuerdo?-
En menos de un latido sentí un brusco cambio de peso.
-¡Gracias, gracias, gracias!- gritó Anne infringiendo mi espacio personal. Sus brazos me rodearon sin cuidado alguno mientras daba pequeños saltitos.- ¿te había dicho ya que eres la mejor?-
-Creo que un millón de veces, aunque una más no me viene nada de mal.- reí.- ¿Ahora me dejas ver mi regalo?
-¡Claro!, ¡todo tuyo!
Me acerqué un poco más y aparté el fino papel dorado del interior de la caja. Sostuve la pequeña tarjeta entre mis dedos, mientras Anne se pegaba a mi hombro para poder leer junto a mí.

No pude evitar enviarte esto, ya que tengo la leve sospecha de que lo necesitarás.
Con esta maravilla estoy segura de que un par de ojos no podrán despegarse de ti.
Sí, sí, ¡ya sé que soy fantástica!, ¡no me lo agradezcas cariño!, que ya tendremos tiempo para eso después.
Sólo disfruta, y ya sabes, ¡tengo mis cartas puestas en ti, cielo!
Con cariño,
                                                                                                           Karen.

La tela se deslizó entre mis dedos, suave y ligera, mientras la luz incidía en ella, causando sutiles destellos. Mis manos recorrieron el vestido, acariciándole, sintiendo su exquisita textura, maravillándome con cada roce. Solté el aire contenido en mis pulmones en una exhalación. Karen se había convertido en mi hada madrina personal.

-¡Wow!- escuché a mis espaldas.- ¿Quién es esa Karen?, ¿tu salvadora, o algo por el estilo?
-Eso parece- murmuré, aún sin despegar mis ojos de la caja.
-¡Se ha pasado, pero qué hermosura!, ¿sabías que te envidio, cenicienta?
-“Cenicienta”- dije en tono burlón.
-Sólo falta la calabaza y completas.
Nos echamos a reír en medio de la sala, mientras Anne parecía retorcerse bajo el efecto arrollador de su ataque de risa. Sus alborotados mechones le daban un aspecto de malos pelos, lo cual no me ayudó demasiado a contener las ganas de reír.
-Ey, tío cosa- dije burlona, aún intentando sofocar mis carcajadas- que si yo soy cenicienta, tú con esa pinta no vas mucho mejor.
-Já. Pues que yo no tengo una cita, bueno, quizás si el sofá cuenta…
-El sofá no cuenta y no es una cita. Es trabajo, Anne.
-Ajá- murmuró tomando mi mano, arrastrándome hacia el cuarto de baño.


Seguramente en veinte minutos es prácticamente imposible estar despampanante, pero no cuando tienes una amiga con dedos semejantes a los de Miguel Ángel trabajando sobre tu cabello y rostro.
Observé mi reflejo en el espejo y una sonrisa de satisfacción se formó en mi rostro.
La delgada tela se ceñía con exactitud a mi cuerpo, dejando entrever cada forma sin develar nada, sin embargo. Sutiles destellos casi imperceptibles acompañaban cada uno de mis movimientos, mientras mi cabello recogido en un peinado alto dejaba al descubierto mi piel blanquecina desde el cuello, hasta el fin de mi espalda, en donde un fino y pequeño trozo de encaje sugería lo imposible de develar, para luego encontrarse nuevamente con la suave textura del satín perlado. El profundo negro dejaba en evidencia el gran contraste entre la palidez de mi piel y la tela, otorgándole un matiz extravagante, exquisito en su propia esencia.
Detuve mi mirada por un momento en mi rostro. Un par de rizos dorados caían de manera graciosa y natural sobre mi frente amplia, rozando mis mejillas, causando un leve cosquilleo allí. Mis ojos, enmarcados por largas pestañas, lucían un brillo diferente en esta ocasión. ¿Expectación, quizás?
Mi mirada bajó poco a poco hacia mis labios rojos y definidos.
Esto estaba muy, muy bien. Estaba definitivamente en deuda con Karen y Anne por todo esto.

-¡Mira que belleza estás hecha, tía!- escuché exclamar a Anne con su característico acento españolado.- ¡Que si yo fuese Michael te como eh!
-¡Anne!, ¿no crees que me has peloteado lo suficiente esta tarde?
-¿Quién está peloteando?, ¡que si yo fuera un chico, madre mía!, ya te las verías conmigo.
Reí mientras le daba sin mucha fuerza un pequeño codazo en su costado y levantaba con cuidado mi vestido para cruzar la puerta.








La aparatosa alfombra roja se extendía mucho más allá de lo que mis ojos lograban ver entre el gentío enardecido que agitaba sus pancartas, llenas de fotografías de aquel rostro que yo tan bien conocía. Me abrí paso entre las cámaras y los equipos técnicos para ganarme un lugar frente a la valla metálica, junto a mi compañero, que cargaba con cuidado su maquina fotográfica.
-Esto es una locura. La verdad, no entiendo a qué se debe tanto alboroto.-farfulló Eric, notablemente hastiado con la situación.- ¿Has visto la cantidad de gente que hay del otro lado?
-Supongo que es lo que causan las celebridades, ¿no?, vamos Eric, esto no es tan malo como pinta.
-Para ti nada relacionado con esto parece ser lo suficientemente malo. Me pregunto cuál será la verdadera razón detrás de ello.
Volteé mi rostro para mirarle directamente a la cara.
-¿Qué estás diciendo, otra vez lo mismo, Eric? Sinceramente, pensé que habíamos dejado atrás tu infantilismo, pero veo que no. El hecho de que intente ayudarte a ver esto de manera positiva no te da el derecho de hablarme de esa forma.- dije cortante.- Claro está que si estás dispuesto a pasar el resto de la noche con esa actitud, lo mejor es que cada uno haga su trabajo por cuenta propia.- le amenacé volviendo la vista al frente.
Escuché a Eric murmurar algo ininteligible a mis espaldas. Era evidente que esa noche él no tenía ni las más mínima intención de divertirse junto a mí.


Los minutos pasaron de manera fugaz, entre celebridades, preguntas y respuestas, casi no había tenido ni un sólo respiro, pero después de todo ser reportera no era tan malo, de hecho, creo que me gustaba bastante y había descubierto que tenía cierta habilidad para ello.


Con cada minuto que transcurría parecía haber más y más gente apostada en los alrededores. Las fans daban rienda suelta a la histeria y todo aquello no hacía más que aumentar  mi ansiedad por verle. Ya hace un par de horas me encontraba a los pies de la alfombra roja y casi la totalidad de las figuras habían llegado a la mansión.
Excepto la que más me interesaba.

De pronto, el movimiento se reactivó con brusquedad.
Los periodistas que se encontraban a mi lado parecieron olvidarse de que habían más personas a su alrededor, ya que pasaron prácticamente sobre mí. Me limité a escuchar cómo los gritos aumentaban en el lugar, desatando la histeria.
Pero de pronto una pequeña lucecita se prendió en mi mente.
Michael.

Intenté abrirme paso entre mis colegas, con cuidado de no arruinar mi vestido. No fue muy difícil, ya que yo era mucho más menuda y ágil. Con unos cuantos empujoncitos ya estaba ahí, pegada contra la baranda.
Divisé cómo una chaqueta parecía brillar, resaltando entre todos los que se dirigían hacia nuestra dirección.
Agucé la vista un poco más mientras se acercaba. No había duda, era él.
Sus pasos llenos de garbo recorrieron la alfombra roja de manera magistral e hipnótica. Los gritos se intensificaron mientras él le daba la mano a una que otra afortunada chica, que rendida ante su efecto le observaba marchar.
Fui consiente de cómo los gritos disminuían su intensidad y el murmullo a mi alrededor cedía. Y sabía perfectamente que a tan sólo mis oídos les ocurría aquello.


Mientras su mirada recorría los rostros de aquel centenar de fans, yo le recorrí a él.

Llevaba el cabello suelto, sus oscuros rizos caían graciosamente por sus mejillas y unas gafas estilo aviador cubrían sus ojos. Una chaqueta a rayas de lentejuelas negras y plateadas resplandecía, mientras las luces y los flashes incidían sobre su superficie, deslumbrando a su paso los ojos maravillados de cada una de las personas que ahí le contemplaban. Mis pupilas bajaron lentamente hacia sus piernas, sin perderme ni un detalle, admirándole por entero. Un pantalón negro se ajustaba con precisión a la forma de sus muslos ocultos, dejando entrever su tonificada forma.
Saludó al público enloquecido alzando una mano cubierta por un guante blanco.

Avanzó con mayor velocidad hacia la majestuosa entrada de aquella mansión, deteniéndose un momento, a tan sólo unos metros de la prensa.
Su mirada recorrió el sector, buscando, descartando y volviendo a buscar entre los reporteros. Y finalmente me encontró.

Percibí cómo su mirada me reconocía, clavándose de lleno en mi figura. Llevó su mano desnuda hacia las gafas y las retiró lentamente.
Contuve la respiración un momento eterno, sintiendo cada partícula de mi piel reaccionar ante su escrutinio.

Sus ojos quedaron al descubierto, puestos de lleno en mi cuerpo. Estudió mi imagen con tranquilidad, yendo desde mi rostro hasta mis tacones, degustando cada detalle para luego alzar su mirada nuevamente hacia mis ojos. Y entonces sonrió. Esa sonrisa ladeada, exuberante, cien mil veces sensual, completamente adictiva.
Mi favorita.
No pude contener un suspiro infructuosamente reprimido, sonriendo a la par.
El tiempo detenido allí, entre los dos una vez más, como la primera vez.

Asintió, saludándome, para luego llevar las gafas nuevamente hacia sus ojos y retomar el camino.

A partir de ese momento el centenar de personas que se encontraban apostadas frente a la mansión comenzó a disminuir considerablemente. Y lo mismo ocurrió con la prensa.
Poco a poco los reporteros, luego de revisar sus cintas, cámaras y artefactos abandonaron el lugar.
Me despedí de Eric, con la intención de dejar atrás nuestra pequeña discusión. Pero, a pesar de que el impasse parecía cosa del pasado, al marcharme hacia la fiesta supe que aquello no era del todo cierto, pues sus ojos me observaron, acusadores, llenos de reproches y pensamientos no expresados. Aunque no hacía falta, ya que me podía hacer una idea de lo que se trataban.



 Subí con cuidado los escalones de mármol blanco y atravesé la gran puerta sintiendo cómo un par de miradas masculinas se detenían en mí. Avancé con tranquilidad, sin prisa alguna, observando el gran salón que se extendía a mis pies.

Grandes lámparas de cristal, colgaban desde el cielo de la habitación, omnipotente y deslumbrante, provocando pequeños destellos proyectados por la luz.
El lugar estaba repleto de flores, enredadas a lo largo de los imponentes pilares que sostenían la clásica construcción, tiñendo la estancia de colores suaves, otorgando un matiz de delicadeza a todo aquello.  
La estancia estaba repleta.  Vestidos largos, tacones y trajes de etiqueta eran los protagonistas de la noche.
Caminé hacia el interior del salón, dirigiendo mis pasos hacia el bar, mientras la leve sensación de estar siendo observada me invadía. Y no me equivocaba.
Una mano se cerró en torno a mi brazo, deteniéndome un segundo.

-¡Te ves deslumbrante!- dijo Karen con una inmensa sonrisa gravada en su rostro.
-¡Karen!, gracias por todo, de verdad, tenias razón, me has salvado.
-Lo sabía. No me preguntes cómo, pero sabía que me necesitarías.
Reí al notar la forma maternal en la que hablaba. Seguramente no tenía más de treinta y cinco años, pero su calidez inspiraba confianza y aquel extraño sentimiento de familiaridad definía nuestra reciente relación de amistad. Karen era de ese tipo de personas con quienes congenias de inmediato, sin la necesidad  de llevar mil años junto a ella.
Un garzón se acercó hacia nosotras, sosteniendo una fina bandeja de plata. Karen tomó una de las resplandecientes copas de martini, invitándome a imitarla.
Bebí un sorbo para luego dejar la copa en una de las mesas que se encontraban tras de mí. Recorrí el lugar con la mirada. Era uno de los más bonitos en los que había estado, definitivamente.

-¿Ya has notado cuántos pares de ojos hay sobre ti?- le miré, intentando comprender mejor sus palabras.- ¿Sabes una cosa?, me atrevería a decir que eres la chica más guapa de la fiesta. Sin lugar a dudas.
-Tú no te quedas atrás, Karen.
Y aquello no era sólo un halago.
Karen llevaba un bonito vestido estilo años cuarenta, blanco y sin hombros. Había rizado su cabello, acomodando las ondas hacia el lado derecho de manera elegante y sobria, mientras que sus labios de un rojo oscuro, le daban color a su rostro de porcelana.
-Bueno, ¡la ocasión lo amerita!, pero creo que con toda seguridad, si Michael no se da prisa, terminará por perder.- río, guiñando un ojo.
La música cambió de pronto y la iluminación se hizo un tanto más tenue. La banda que se encontraba en un costado del salón, comenzó a tocar una melodía suave, que fue incrementando su fuerza con el sonido del saxofón.
Las parejas comenzaron a moverse al compás de aquella melodía delicada, sensual e intima en el centro de la magnánima mansión.
-Creo que el pensamiento es poderoso, ¿eh?- dijo Karen de pronto, observando algún punto a mis espaldas.- Será mejor que me vaya.
Y entonces echó a andar, alejándose rápidamente de mí, dejándome allí, completamente desconcertada.
Cerré los ojos un instante para apreciar la música en plenitud. Pero una imagen se posó tras mis pupilas. ¿Dónde estaría? Tenía tantas ganas de verle, que casi podía palpar la ansiedad creciendo en mi interior.

Pero de pronto sentí como un brazo se cerraba en torno a mi cintura. Y sabía perfectamente de quien se trataba.
Abrí los ojos y ahí estaba, aún más guapo de lo que había imaginado, observándome de aquella forma irresistible.
-Pensé que nunca llegarías, Elizabeth.- dijo mientras uno de sus rizos acariciaba mi mejilla.
-Pero ya estoy aquí, contigo, Michael.

Y en aquel instante creí que iba a desfallecer ante su intensa mirada. Respiré, intentando no perderme en aquellas pupilas, pero todo lo que conseguí fue aspirar su aroma, enloquecedoramente adictivo. ¿Sabia él lo que era capas de provocar con tan sólo una mirada? Deseé que no fuese consiente de ello, ya que si llegaba a notar lo que había generado en mí, los limites se volverían cada vez más confusos…
Estrechó un poco más mi cuerpo al suyo con firmeza, mientras entrelazaba su mano restante con la mía. De pronto nos encontramos moviéndonos sobre la pista, en medio de las demás parejas.

No pude hacer más que dejarme guiar por él, mientras su sonrisa me dejaba sin armas con las cuales luchar. Sentí como sus dedos acariciaban lentamente mi espalda desnuda, causando estragos con su roce, desatando extrañas descargas eléctricas bajo mi piel y aquel constante cosquilleo en mi vientre.
Sus ojos se clavaron en mi rostro, con intensidad, mientras apartaba uno de mis rizos,
acomodándolo con delicadeza, para luego acercar su rostro lentamente hacia mi oído, jugando con mi sistema nervioso como sólo el podía.
-¿Sabes acaso lo exquisitamente hermosa que luces esta noche?- susurró mientras sus labios acariciaban el lóbulo de mi oído y su dulce aliento rozaba mi mejilla.- ¿Has notado que al menos la mitad de estas personas tienen sus ojos puestos en ti?
Michael no se alejó ni un centímetro, por lo que esta vez fui yo la que susurró en su oído.
-¿A si?, creo que eso es algo que puedo refutar. Me parece más probable es que esas personas, Michael, tengan los ojos clavados en ti.

Negó lentamente con la cabeza, al tiempo en que acariciaba mi mejilla con el roce de la punta de su nariz. Pero cuando comenzaba a perderme en aquella sensación de placer que me causaba su cercanía se alejó, liberando mi cintura de su brazo.
-Déjame ver.
Y entonces me hizo girar a su antojo, y como era predecible, hice lo que él quería que hiciese sin ningún tipo de oposición.

Sentí cómo estudiaba mi figura, sin ninguna reserva, o al menos así me pareció. Reí ante su descaro, ¿cuándo Michael había perdido la vergüenza?, pues yo seguía teniéndola y rogué porque nadie nos estuviese observando en ese preciso instante.

-Creo que te equivocas. Sigo apoyando mi teoría.- dijo atrayéndome nuevamente hacia él.- Estoy más que seguro de que a la que miran es a ti. Es más, te lo demostraré.-
Sin apartarme ni un milímetro de su cuerpo, hizo que giráramos rápidamente, dando media vuelta.
-¿Ves a aquel hombre de traje gris?- intenté ponerme de puntitas sobre los tacones para mirar por sobre su hombro. Y sí, junto a uno de los grandes pilares se encontraba un hombre de unos 26 años, bastante apuesto, acompañado por dos hombre más tomando un martini. Asentí levemente y Michael continuó.- Su nombre es Leonardo Grouth. Él y sus amigos me han estado fulminando con la mirada desde que te tengo entre mis brazos. Mueren de ganas por estar en mi lugar.-
Entonces comprobé que aquellos tres pares de ojos estaban puestos sobre mí y Michael. Leonardo notó que le estaba observando y sonrió de manera coqueta.
Tenía que concederle la razón a Michael.
-¿Pero sabes una cosa?- preguntó, girando de nuevo, mientras volvía a tener un par de ojos marrones puestos de lleno en mi rostro.- No les permitiré ni por un segundo tenerte. Porque esta noche, sólo estarás para mí.
Volví a reír al escuchar aquel tono ligeramente posesivo. Que por lo demás, me encantaba.
-¿Y si decidiera irme ahora, en este mismo momento con ellos?
-Probablemente, tendría que tomarte como prisionera entre mis brazos otra vez. Pero confió en que no lo harás.
Negué lentamente, como antes lo había hecho él.
-No lo haré.

Apoyé mi cabeza en su pecho, absorbiendo aquel exquisito olor, mientras él hundía su nariz en mi cabello.
Era sorprendente lo que sucedía cuando me encontraba con él. Si en ese mismo momento me hubiesen preguntado en dónde nos encontrábamos, posiblemente no habría podido responder absolutamente nada. Porque Michael parecía traer consigo una gran nebulosa para tan sólo él ocupar cada recoveco de mi mente.

Perdí la conciencia temporal. No sé cuanto tiempo estuvimos así, moviéndonos al compás de la música, absortos en nuestros pensamientos.
Pero cuando desperté de mi pequeño idilio, noté cómo casi todos los que se encontraban en el salón tenían sus  miradas puestas en nosotros.
-Michael.- dije despegándome de su pecho.- No te sientes algo... ¿observado? –
Y entonces él, que parecía haber estado tan absorto como yo, lo notó también.
Un pinchazo de incomodidad me recorrió de pronto. No quería que la gente comenzara a hablar sobre nosotros, ni ha crear chismes con sus conjeturas.
-Salgamos de aquí, Liz.
Tomó mi mano y avanzó mientras yo le seguía.
Nos acercamos hacia lo que seguramente, tiempo atrás, había sido un inmenso ventanal del tamaño de todo en muro, que ahora dejaba unidos el jardín y el interior de la mansión.

Caminamos a través del caminito serpenteante, en medio de verdes jardines repletos de flores multicolores. La extensión de terreno llegaba mucho más allá de lo que mis ojos alcanzaban a vislumbrar entre las sombras de la noche.
Pero entonces, cuando nos encontrábamos ya a una distancia considerable de la casa, una gran laguna se extendió ante nosotros. El camino nos condujo hacia el nacimiento de un angosto puente de madera, que conducía a una pequeña pérgola en medio del agua, la cual se convirtió en nuestro objetivo.


La pérgola estaba iluminada por antorchas que emergían desde el agua, mientras que enredaderas de flores colgaban desde el cielo de esta, construyendo un paisaje maravilloso. Y por un momento, me sentí como Alicia en el país de las maravillas, pero a diferencia de ella, a mi lado se encontraba el hombre que desde hace un tiempo ocupaba cada uno de mis pensamientos.

-¿Te gusta?- preguntó de pronto, rompiendo el silencio.
Aparté mis ojos del agua para poder mirarle.
-Esto es hermoso, me encanta, Michael. Creo que esto es lo más hermoso que he visto nunca.- sonreí. Pero él no hizo lo mismo, como yo esperaba.

Algo sucedía, algo no estaba bien.

-Michael, ¿qué sucede?
-Liz, esas personas seguramente mañana estarán hablando sobre nosotros. Hablar de mí para todos ellos se ha convertido en un pasatiempo, ¿sabes?, yo sólo… perdóname, perdóname por exponerte a esto, perdóname por traerte a este lugar, Liz.
-Michael- esperé un momento, pero él seguía sin mirarme.- Michael, mírame. Quiero que me mires, ahora.
Aguardé por unos segundos y así lo hizo. Me observó sin atreverse realmente a mirarme a los ojos. Su expresión lucía ensombrecida y yo deseé más que nada en el mundo borrar aquellas sombras de su rostro.

-No me importa.- dije con decisión.- Michael, no me podría importar menos lo que ellos digan sobre nosotros. Sé que eso puede pasar. Pero sólo me interesa lo que tú pienses. En este instante. ¿Te arrepientes de haberme traído?
-Por supuesto que no, Liz.
-Entonces quiero que te olvides de ellos. ¿Está bien?- asintió sin demasiada determinación.- Y ahora quiero que sonrías. ¿Sabias que me fascina tu sonrisa? Es la más bonita que he visto en mi vida entera.
Y entonces sonrió, con timidez, pero sonrió al fin y al cabo.
-Así me gustas más.- dije guiñándole un ojo, lo cual le sonrojó inmediatamente.
Solté una risita mientras el despegaba los ojos de mi rostro, volviendo a mirar el agua.
Y en los próximos minutos me pregunté si mis inofensivas palabras se habían convertido en otro problema, pues él no volvió a abrir la boca.

Observé el agua cristalina, iluminada por el fuego y la luz plateada de la luna que, en lo alto del cielo lucía especialmente majestuosa. Vislumbré algunos pececillos bajo el agua, de colores vivos y fuertes. Había uno que definitivamente era mi favorito. Era dorado, con manchas anaranjadas.
Pero de pronto, mis pensamientos sobre pececillos fueron interrumpidos por Michael, quien tras lanzarme una fugaz mirada de reojo, había vuelto a mirar al frente. Y en ese momento, por fin habló.

-¿Crees que una mujer como tú pueda enamorarse de mí, Liz?
Claro está que no me esperaba que dijera precisamente eso. ¿Una mujer como yo?
-Michael, cualquier mujer podría enamorarse de ti.

Silencio entonces. Ahí íbamos otra vez.

Volví a observar el agua y a mi pececito dorado, quizás el querría hablar conmigo si pudiera. Pero esta vez, sentí la mirada de Michael puesta de lleno en mi rostro.
Le observé entonces, esperando que aquel momento pasara pronto. Quería a Michael de vuelta.
-Y tú, Liz. ¿Podrías enamorarte de mi?- dijo mientras cada palabra parecía extenderse durante mil segundos en mi cerebro.

Me quedé en blanco. Absolutamente en blanco.
Pero mientras esas pupilas me atraían hacia su órbita algo pareció fallar.

-Sí.




.
Wait a minute, can’t you see
That I…
Wanna fall from the stars
Straight into your arms
I… I feel you hope you comprehend”










Comenta! 

11 comentarios:

Andre dijo...

OMG! Me re encanto este capítulo Naty! Eres una genia escribiendo! Amo tu novela! Este capitulo fue maravilloso aaaaaaaa! Me encanto cuando Liz le dijo SI te admiro muchisimo! Sigue ASI! Gracias por escribirlo moria de ansias por un capitulo nuevo ahora espero el otro! otra vez lo repito ame este capitulo!!!!

Javiera Constanza Ramirez Lope dijo...

Me encantoo ! , cuando dijo que SI fue como oooooooo, chanchan *.*, espero el prox capitulo :)

DARLING DE LA BARRA dijo...

puchaaa!!! por que tenias que dejarlo hasta aca?? Dios lo unico que queria era seguir leyendo!!! solo espero que para el otro capitulo no te demosres mucho!... por lo demas el capitulo esta muy bueno, con gusto a poco pero muy bueno,  de igual manera que los anteriores me a hecho ver la imagen de ellos dos en mi mente, y espero pronto la continuacion es que o puedo creer esta conversacion entre los protagonistas da para mucho osea estan hablando de enamoramientos y cosas :P el amor no es un tema facil de tratar... Pero bueno esto es algo que se veia venir no?

muchas gracias por este capitulo y continuala pronto por favor no no hagas esperar demaciado 

mm_30092003 dijo...

ohhh Nathy fabuloso capitulo !!  Me encanto la actidud de Karen , en este capitulo en especial le tome aun mas cariño jeje...y el baile de Mike y Liz y luego el paseo hasta  la gorgola me han dejado con el romanticismo a flor de piel ! creeme no exagero se me sale por los poros !! el romance entre Mike y Liz me encantaaaaa! y cerraste con broche de oro con el "Si" al final...ohh Nathy ojala publiques pronto me dejaste con toda la intriga y la ansiedad de seguir leyendo ..que viene despues de ese "Si" ???????....Hermosa novela !! besos

Agatha dijo...

ay Nathalie que hermoso capitulo awww!!!!! nos has dejadoen suspenso eres un genio espero que no dilates mucho en subir el proximo capitulo porfavor tkm

juliago06 dijo...

No! No puedes hacer eso! No puedes dejarlo ahí!
Dios! Fue hermoso! Sin dudarlo, uno de los mejores capítulos. No! El mejor!... Liz dijo que sí!! (Nótese mi histeria) 
Eres increíble! Juro que me has dejado con la boca abierta, todo ha sido hermoso: las descripciones, la forma en que transmitiste cada sentimiento, la magia en el aire. El capítulo ha sido simplemente perfecto. Parfait! 

No sabes cómo deseo que subas el siguiente capítulo pronto. Moriré si no lo haces! 

Un abrazo, linda! 

Emy Mejia dijo...

AAAHHH Me Encanto Naty...este capitulo esta Increible...! Enserio, Enserio quiero que ya se confiensen su amor D: Pero...Bueno, sere paciente :B
Michael esta a un segundo de decirselo a Liz, Lo se, lo seee!! D: 
Me Encanto liz, gracias por tus hermosos capitulos!! Siempre haces que mi mente descanse y se llene de ilusiones son esta hermosa historiaa!  
Esperare con ansias el proximo capitulo, Cuidate
Besos. :*

GRACIELA dijo...

Nathalie ...........  aahh!!!!!, no sé que decir ... en verdad es genial, estuvo increíble .
Me encantó la manera en la que se comían con la mirada ... OH DIOS..!!! en verdad debieron de haberse visto guapísimosssss...
... cómo todos los hombres hubieran deseado estar con liz pero ella solo era de Michael ...
... cuando se quedaron hipnotizados con el ritmo de la música y con el contoneo de sus cuerpos..
... cuando ella le dijo que SONRIERA.. que su sonrisa es la más hermosa que había visto en su vida ... Y OBVIO QUE ES LA VERDAD MÁS ABSOLUTA !!!!!
pero mi momento favorito fue cuando ella dijo "SI" ... y es que ¿¿quien le hubiera dicho lo contrario???..!!!!!!!


me sorprende cómo michael se menosprecia (y se menospreciaba)... que aunque esté escrito en la novela, es algo que sí sucedió en la vida real..  ¿CÓMO SE ATREVE A PREGUNTAR QUE SI UNA MUJER SE ENAMORARÍA DE ÉL?!!!!!!

perdón... creo que me exalté demaciado..jajajaja NI AL CASO MI ÚLTIMO COMENTARIO..  

PORFAVORPUBLICAPRONTOOTROCAPI..!!!!

Diana dijo...

Dios mio!!!! éste capitulo es realmente hermoso... es realmente mágico... gracias por compartirlo con nosotras ;)

Gema Delgado dijo...

hayy q me emociono y se acaba :(

Nathy!!! la ultima parte de este capi me ha matado! en serio *.*
Me encanta que Michael sea tan coqueto y tierno :3 ... Esa pregunta, awwn cosito! y si! su sonrisa es la mas bonita del mundo ♥
Espero la conti, y con muchas ansias!
ahhhh! ♥
Saludos :)

Carol Goten Mars Osbourne dijo...

awwww me encanta sigue por favor eres muy buena haciendo esto n.n

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)


up