La cena estuvo llena de risas, indirectas, sonrojos de parte de Michael y básicamente, miles de preguntas que respondí con gusto.
La familia parecía bastante sorprendida e interesada por mi presencia.
Las miradas curiosas de La Toya y Rebbie lograron cohibirme en más de un momento y las miraditas coquetas de Germaine, ante el disgusto de Michael, me incomodaron de cierta forma.
Me imaginé que tanta conmoción se debía a que rara vez Michael llevaba una chica a casa, lo que casi de manera infantil, causó en mi una extraña sensación de satisfacción.
-Liz, ¿podemos hablar un momento?- dijo Janet al finalizar la cena.
Le miré con curiosidad. ¿Qué querría hablar Janet conmigo?
-Claro que sí- le respondí con una sonrisa.
-¿Nos disculpas Michael?
-¿A si enana?, ¿y por que no puedo escuchar su conversación?- le desafió Michael cruzándose de brazos.
-Porque son cosas de chicas, y tú, si no me equivoco eres un chico al fin y al cabo ¿no?
Michael entrecerró los ojos y dirigió su mirada hacia mí, buscando apoyo.
-Michael, solo será un momento, no seas dramático.- dije riendo.
Tras decir aquello, Michael nos fulminó con la mirada.
-¿Ya son muy amigas, no?- dijo disgustado, con notorios celos en su voz.
-¿Estás celoso?, ¡no lo puedo creer!- dije estallando en carcajadas.
-¿Yo celoso?, ¿de esta pequeñaja? – dijo poniendo los ojos en blanco- Absolutamente no.
-Bueno, entonces vamos Liz.-
Y en el acto, Janet tomó mi mano y me llevó hacia el inmenso jardín, dejando a Michael ahí, echando humos de manera infantil. Pero en el fondo, yo sabía perfectamente que más allá de su momentánea rabieta, Michael estaba completamente feliz debido a la simpatía que su familia tenía hacia mí. Lo podía ver a través de sus centellantes ojos color marrón, que con sus constantes y casi permanentes miradas, me observaban llenos de regocijo, expectantes a lo que desde un principio fue su objetivo. Mostrarme su mundo por entero, aquel universo perteneciente al hombre que, bajo una estela de irrealidad y fantasía hacía frente a la multitud. Desnudando así, su tesoro más preciado. Aquello que intentaba proteger con todas sus fuerzas, luchando contra los hambrientos monstruos mediáticos, salvaguardando la vida que se ocultaba tras el telón y las luces. Y exactamente era ese chico, el que con simpleza y sencillez, había captado mi atención e interés. Ya que en instantes, cuando su cálida mirada llena de magia me envolvía, mi mente olvidaba las sombras de la fama, develando ante mí la sorprendente realidad que se ocultaba tras el guante y el brillo. Solo Michael.
Michael una y otra vez, a cada instante, a cada latido.
Cuando Janet se detuvo, aprecié con fascinación la hermosa fuente de agua que se encontraba frente a nosotras en medio de ese inmenso jardín.
Una cascada de agua caía desde las bases de aquel adorable querubín que impregnaba de encanto la oscuridad de la noche.
Mientras mis ojos maravillados presenciaban tal espectáculo, Janet atrajo mi atención desde donde se encontraba.
Sentada en el borde de la gran pileta, la pequeña niña me invitó a imitarla.
Tomé asiento a su lado, observando como sus bonitos ojos de chocolate derretido me miraban, bañándome en una extraña alegría.
Su sonrisa se amplió al percibir la reciprocidad de aquella simpatía, adquiriendo en su rostro un matiz extremadamente parecido al de Michael. Era increíble lo parecidos que eran. Desde sus despiertos ojos, hasta su radiante sonrisa podía ver el reflejo de Michael, embargándome la misma sensación de irrealidad ante tan sobrecogedora belleza.
-Bueno Liz, iré al grano.- dijo riendo, mientras sus ojos se encontraban fijos en mi, escudriñando mi expresión.
-Esta bien, solo dilo Janet- le respondí, correspondiendo a sus centellantes risitas- ¿Qué es lo que me quieres decir?
-La verdad es que te quiero hablar sobre mi hermano, Liz- dijo dudando un instante, cavilando cada una de mis expresiones. Asentí para infundirle confianza.
-¿Sobre Michael?, ¿qué sucede Janet?- le insistí, mientras la preocupación crecía en mi interior debido a su prolongado silencio.
-No es nada malo,- me tranquilizó Janet con una sonrisa -sólo que dadas las circunstancias es necesario que sepas algunas cosas.
-¡Janet, me estas matando!, ¡¿puedes hablar ya?! ¿Qué es lo que sucede con Michael?-
Janet soltó una carcajada, descolocándome por completo.
-No es nada Liz- dijo tranquilizando su respiración nuevamente, mientras me miraba con una expresión divertida.- Es solo que le debes gustar muchísimo a mi hermano. Eres la primera chica que trae a casa, ¿sabes?
Sentí como la sangre huía de mi rostro.
Janet volvió a reír, mofándose de mi expresión.
-¿Soy la primera chica que trae a casa?- dije sin poder creérmelo.
-Ajá. Eso demuestra que no me equivoco Liz, Michael debe estar loco por ti si ha decidido que nos conozcas. Es muy reservado en ese aspecto. Y es por ello que he querido hablar contigo. Sé que él a ti también te gusta mucho.-dijo escudriñando mi mirada.
-Janet yo... Michael es sólo mi amigo, nada más.- sentencié algo sonrojada, esperando que la niña se tragara mi embuste.
-¡Oh Liz, por favor!, no intentes negarlo, prometo no contárselo a nadie, puedes confiar en mí.-
Observé a Janet un momento, intentando descifrar su mirada.
-Esta bien,-dije soltando el aire contenido en mis pulmones- lo reconozco, Michael me gusta. Pero Janet, ¡debes prometerme que no se lo dirás, por favor!
-Tienes mi palabra.- dijo Janet ofreciéndome su mano graciosamente.
-Gracias.- dije esbozando una sonrisa, mientras estrechaba su mano.
Realmente aquella niña se había ganado mi aprecio en un tiempo record.
-¿Sabes, Liz?- dijo de pronto, estudiando mi rostro con gesto pensativo.- Pensé que Michael exageraba, pero de verdad eres muy bonita.
Otra vez el rubor tiñó mis mejillas. Bajé la mirada, avergonzada.
-¿Michael te ha hablado de mi?- le pregunté casi en un susurro.
Janet estalló nuevamente en risitas, acrecentando mi nerviosismo.
-¿Qué si Michael me ha hablado de ti?, ¡pero si es lo único que ha hecho en las ultimas semanas!
-¿Lo dices en serio?- dije mirándole sorprendida.
-Claro que si. Verdaderamente le gustas, ¿sabes?, conozco muy bien a mi hermano, y por ello sé que esto es importante para él, Liz. Por favor ten cuidado con herirle, Michael es una persona muy sensible.
-No te preocupes Janet, jamás mi intención seria herirle.
-Lo sé Liz, puedo darme cuenta. Pero debes saber que Michael es una persona solitaria, debido a...ya sabes, su inmensa fama. Y es que la gente suele acercarse a él solo por interés. Por ello es tan difícil para mi hermano confiar en las personas.
Pero él confía en ti, lo cual es el centro del asunto, y no sabes cuanto me alegra que te haya encontrado.
La sinceridad de las palabras de Janet me embargó. Ella tenía toda la razón. Michael estaba confiando en mi ciegamente, lo cual por un momento, me inquietó.
¿Y si las cosas no salían como él esperaba?, ¿Y si en el transcurso de esta relación él salía herido por mi culpa?
El dolor que este pensamiento me causó fue absolutamente sorpresivo. ¿Por qué me afectaba tanto lo que pudiera pasar, si me había convencido hasta el cansancio de que entre Michael y yo no habría nada más que una amistad?
Y la abismante realidad calló sobre mis hombros.
Si yo le hería, de cualquier forma posible, él no seria el único afectado, ya que su sufrimiento era mi sufrimiento. Pero, ¿qué pasaría si fuera al revés?, ¿y si él me hería a mi?
-¿Liz?, ¿estás bien?- inquirió Janet, sacudiendo levemente mi brazo.
-Oh, lo siento- dije despertando de mis cavilaciones.
-Liz, prométeme una cosa.
-Lo que quieras- le dije sonriendo.
-Prométeme que no dejarás a Michael, pase lo que pase.
-¿Por qué quieres que prometa eso Janet?
-Porque será muy difícil después, Liz.
Este es solo el comienzo, pero cuando te encuentres con el mundo que rodea a Michael comprenderás lo que te digo, y probablemente decidas alejarte.
-No me alejaré de Michael, cariño. Lo prometo.
Entonces, sin previo aviso, la pequeña Janet se lanzó hacia mí y me rodeó con sus brazos.
-Gracias Liz.- susurró Janet.
Cuanta ternura sentí hacia esa pequeña niña, que a decir verdad, era muy madura, mucho más de lo que me podría haber imaginado.
-Recuerda, ni una palabra de esto a mi hermano.- dijo con su bonita sonrisa, mientras miraba hacia la casa.
Giré mi cuerpo para seguir la dirección de su mirada., y con ello, mi corazón comenzó su ya habitual repiqueteo.
Michael caminaba hacia nosotras, con aquel paso enloquecedoramente seductor y garboso. Fijó su mirada en mí, provocando que, a pesar de los metros que nos separaban, una especie de descarga eléctrica recorriera mi cuerpo.
No pude contener la gran sonrisa que se formó en mi rostro.
-¿Ya puedo monopolizar a Elizabeth?- le dijo a Janet, con expresión divertida.
-Claro. Toda tuya.- rió la niña, dirigiéndome una cómplice miradita. Y al instante se acercó a Michael, tirando de él para decirle algo al oído.
-Tenías razón Peter, ella es campanita.- escuché decir a Janet.
-Te lo dije.- le respondió Michael, con la mirada fija en mí, exhibiendo aquella sonrisa que me quitaba el aliento.
Pero antes de que pudiera preguntarle a Janet sobre lo que había dicho, echó a correr hacia la gran casa.
-Y bien señorita, ¿ya puedo saber qué es lo que te quería decir Janet?- dijo Michael acercándose un poco más a mí. Su bella sonrisa hizo que por un momento mi respiración se detuviera, mientras su profunda mirada me recordó las palabras de Janet, “Verdaderamente le gustas ¿sabes?, Michael debe estar loco por ti si ha decidido que nos conozcas.”
De pronto me sentí mucho más nerviosa, y con ello, mi corazón emprendió una nueva marcha alocada.
No pude evitar las ganas de poner a prueba mi control sobre Michael, ya que si le gustaba tanto como decía Janet, debía causar alguna reacción en él... así que comencé a caminar lentamente hacia donde se encontraba, observándole fijamente a los ojos, desplegando toda la artillería.
Noté como su cuerpo se tensaba ante mi cercanía. Cuando ya había acortado la distancia que nos separaba, apoyé mi mano derecha suavemente en su pecho. De esta forma, pude percatarme de los agitados latidos de su corazón.
Mordí mi labio inferior, intentando contener la sonrisa que se había formado en mi rostro.
Acerqué mis labios hacia su oído, siendo perfectamente consciente del nerviosismo de Michael.
-Por supuesto que no te lo diré- le dije casi en un susurro, para luego soltar una risita traviesa, alejándome nuevamente de él.
Le miré de reojo, y pude ver su lívido semblante. Caminé unos cuantos pasos, pero él no tardó demasiado en detenerme.
Tomó mi brazo con su mano, impidiendo mi avance. Volteé para enfrentar aquella poderosa mirada.
-¿Por qué no?- inquirió con esa sonrisa torcida y pícara, mi favorita.-
-Eres muy curioso... ¿sabes?- dije mirándole a los ojos, conteniendo las ganas de reír.- Ya te he dicho que no, Michael. Son cosas de chicas.
-No mientas, Liz. Si no me quieres decir, es porque estaban hablando de mí.-
-¿De ti?- dije poniendo los ojos en blanco.- Alguien aquí es un tanto egocéntrico.
Estallé en risitas mientras me acercaba hacia su rostro. Besé el borde de su mandíbula, sintiendo cómo Michael se estremecía levemente.
Aprovechándose del momento, rodeó mi cintura con sus brazos, provocando que esta vez, fuese yo la que tenía los nervios a flor de piel.
La sangre subió a mis mejillas, haciendo evidente lo que en mi interior ocurría.
Sólo él tenía la capacidad de cohibirme hasta tal punto.
Al percatarse de lo que había provocado en mí, su sonrisa se amplió aun más, dejándome totalmente derrotada.
-No importa que no me lo quieras decir, de todas formas, algún día lo sabré.- aseguró estrechando mi cuerpo al suyo, mientras los hoyuelos de sus mejillas me derretían hasta lo más profundo.
Esto era suficiente. Si no encontraba una salida rápida, mi actitud me delataría frente a él, ya que en ese momento, cuando sus brazos me envolvían y sus ojos centellantes me observaban de aquella forma arrebatadora, me era bastante difícil mantener una expresión digna y controlar aquellas ganas irracionales de lanzarme a él.
Hundí mi rostro en su pecho, en un intento algo desesperado por ocultar mis mejillas encendidas, a pesar de que él ya sabía lo que ocurría.
-Hace mucho frío aquí. ¿Te parece si entramos y te presto algo para que te abrigues?- dijo al percatarse de lo helada que estaba.- No quiero que pesques un resfrío por mi culpa.
Asentí, separándome de él en el acto. Pero como si de un acto reflejo se tratara, Michael buscó inmediatamente mi mano, para entrelazarla con la suya.
Sonreí al percatarme de esto. La imagen de nuestras manos me pareció simplemente una maravilla.
Subí la mirada y me encontré con sus ojos rebosantes de alegría. Observé su rostro bañado por la luz nocturna. Cuán exquisita me pareció su suave y chocolatada piel, mientras su sonrisa invadía mis pensamientos, deslumbrándome segundo a segundo.
Entramos a la gran casa, en donde todos estaban reunidos aun, inmersos en una animada charla.
Puede apreciar la sutil mirada que se dirigieron Michael y Germaine, ante lo que este último pareció entender algo que a mí se me escapaba.
Observé a Michael extrañada ante la actitud de su hermano, quien desvió la mirada rápidamente de mí, pero no pude percatarme del significado de aquello. ¿Michael le habría dicho algo a Germaine durante mi ausencia?, seguramente mi imaginación estaba conjeturando conclusiones equivocadas.
Con nuestras manos entrelazadas, nos dirigimos hacia el segundo piso. Entre risas recorrimos aquellos largos y lujosos pasillos, que a pesar de su fastuosa naturaleza, no perdían el encanto y calidez representativa de la familia Jackson.
Finalmente, nos detuvimos ante una de las habitaciones.
Sentí como mi estomago era invadido por una extraña sensación. Una mezcla de sorpresa, nerviosismo y ansiedad.
Estaba a punto de entrar a su cuarto.
Michael me condujo hacia el interior de la habitación. Observé detenidamente todo lo que ahí había, como si se tratara de un universo totalmente desconocido para mí.
Y así era, porque con aquel chico que tenia a mi lado, estudiando con sus bonitos ojos marrones cada uno de mis movimientos, todo, absolutamente todo era distinto.
Admiré cada detalle con atención. Al contrario de lo que se podría esperar, el cuarto era bastante sencillo. Sus paredes estaban exquisitamente teñidas de un sutil amarillo, el cual contrastaba con el gran ventanal que exhibía a sus anchas la infinita oscuridad de la noche.
Pero mi asombro creció cuando mis ojos se detuvieron el los extraordinarios dibujos enmarcados que aquellos muros sostenían.
Delicadas pinceladas formaban hermosas figuras llenas de fantasía e irrealidad.
-¿Los has hecho tú?- le pregunté mientras mi mirada, absolutamente maravillada, aun recorría aquellos dibujos.
-Ajá.- asintió tímidamente- ¿Te gustan?
Sus dulces ojos me miraban expectantes, llenos de incertidumbre.
-¡Claro que me gustan!, me encantan Michael.- le dije con una radiante sonrisa gravada en mi rostro.- ¿Acaso hay algo que no sepas hacer de manera perfecta?
Sus mejillas se tiñeron inmediatamente de un intenso rojo, mientras su mirada rehuía la mía. Solté una risita ante su timidez, a la vez que me ponía de puntitas para alcanzar con mis labios su sonrosada mejilla, lo cual para mi diversión, pareció no ayudarle demasiado.
-¿Son Peter Pan y Campanita?- inquirí mientras observaba nuevamente aquellos cuadros.- De pequeña Peter Pan era mi novela favorita.-
Al decir aquello la expresión de Michael cambió rotundamente.
Sus ojos casi salen de sus orbitas, mientras que su sonrisa se ensanchó hasta más no poder.
-¿Lo dices en serio? – dijo lanzándose hacia mí.
-Claro que lo digo en serio. ¿Por qué te mentiría?- logré decir al fin, mientras sus brazos me rodeaban fuertemente, dejándome absolutamente incapacitada para respirar.
-¡Esto es asombroso, Liz! Oh pequeña, no sabes lo totalmente perfecta que eres. ¡No puedo creer que haya tenido que esperar tal cantidad de años para conocerte!
-Michael- murmuré- si no me sueltas en este mismo instante creo que no me tendrás por mucho tiempo.
-¿A que te refieres?- preguntó sin soltarme, aún con euforia en su voz.
-No pue-do res-pirar.-
-Oh- dijo soltándome abruptamente- Lo siento, lo siento mucho.-murmuró avergonzado.
Tomé una gran bocada de aire, recuperando todo el oxigeno que necesitaba.
-No te preocupes, chico fuerte.-dije sonriendo.
-Lo siento.- Dijo aun con las mejillas encendidas.- Es sólo que aquella historia es una de mis pasiones, ¿sabes?, realmente adoro a Peter y Campanita. Quizás pienses que estoy loco, pero simplemente me encanta.
Le miré durante algunos instantes y el tiempo perdió toda coherencia.
¿Acaso había alguien más perfecto que él? Por supuesto que no.
Y ahí estaba yo, derritiéndome de ternura.
-Claro que no estás loco Mike.-
Su sonrisa se ensanchó dramáticamente, provocando que mi corazón se acelerara de forma vertiginosa.
-¿Qué he dicho?- le pregunté algo nerviosa, mientras un leve cosquilleo atacaba a mi estomago.
-¿Qué has dicho?-dijo con aquella sonrisa torcida, irresistible.
-He dicho que no estás loco.
-No, ¿cómo me has llamado?
Le miré extrañada ante aquella pregunta.
-¿Mike?... ¿Michael, qué es lo que pasa?
-Me has llamado Mike- dijo alucinado.
-Sí, Mike.- recalqué - ¿Qué pasa con eso?
-Nunca antes lo habías hecho.
-¿No te gusta que te llame así?- dije mirándole confundida- Si es así, no lo volveré a hacer...
-¡Oh, no!, ¡Claro que me gusta!- me interrumpió- Me encanta que me llames Mike.
Llevó su mano hacia mí, recorriendo el contorno de mi rostro con ella, tacándome con suma delicadeza.
Sonreí. ¿Acaso podía hacer otra cosa más que sonreír, si tenía en frente al hombre que siempre había soñado?
El contacto de su piel contra la mía provocaba que cientos de descargas eléctricas sacudieran mi interior, causando una catástrofe de proporciones en mis confusos e incoherentes pensamientos.
Acaricié su mano, ladeando el rostro un poco más para hacer aún más poderosa aquella sensación.
¿Qué estaba ocurriendo conmigo?, ¿Por qué su cercanía provocaba que mi cuerpo se estremeciera por completo?, ¿Por qué le quería tener más y más cerca?
-Entonces Liz, ¿aceptas ser mi Campanita?- dijo entonces, hipnotizándome con su mirada, destruyendo mis defensas.
-Claro que sí, Peter.
Entonces Peter Pan rió, llenando la habitación de magia.
Michael se dirigió hacia su inmenso armario, sumergiéndose en aquel mundo de ropa.
Aprovechando mi momento de soledad, estudié con la mirada nuevamente el cuarto.
Un escritorio lleno de dispersos papeles en su superficie llamó mi atención. Me acerqué a él, fijando mi vista en lo que parecía ser una gran pintura.
Estaba cubierta con una delicada tela. Mi curiosidad era incontenible.
Tomé el bordillo de la delgada capa dispuesta a descubrir aquella obra. Pero Michael, para mi sorpresa, me lo impidió.
-Liz...- murmuró notoriamente nervioso.
-¿Es otro de tus dibujos, Michael?, ¿puedo verlo?
Pero él no contestó a mi pregunta, simplemente guardó silencio, observándome evidentemente nervioso.
-Lo siento, Michael.- me disculpé- Es sólo que me dió mucha curiosidad.
Me alejé algunos pasos, recargando mi cuerpo contra el borde del inmenso ventanal.
No pude comprender su actitud. ¿Era acaso aquella timidez la causante de aquello?, ¿o Michael me estaba ocultando algo?
-Liz, ¿estás molesta?- dijo mientras sus manos se posaban en mi cintura y apoyaba su mentón en mi hombro.
-No, Michael. Es tu dibujo, ¿no?, estás en todo tu derecho de no querer enseñármelo.
-No es eso campanita. Es sólo que no es un buen dibujo.
Asentí ante su disculpa, siendo conciente de que aquel no era el verdadero motivo por el cuál le había incomodado tanto mi intromisión.
-No te preocupes.- dije sonriendo, haciendo un intento por superar ese tenso momento.
Me perdí en la oscuridad de la noche, observando la inmensidad de aquel lugar repleto de árboles, semejante a un paraíso que, iluminado por la luna, aumentaba la irrealidad de lo que estaba ocurriéndome.
-Es muy hermoso.- murmuró Michael muy cerca de mi oído.- Muchas veces, en noches como esta vengo aquí con mi grabadora y dejo que las melodías que tengo en mi mente fluyan.
Giré mi rostro para observarle, pero fue mucho más que eso lo que ocurrió.
Nuestros labios quedaron a escasos centímetros de distancia, lo que me dejó completamente congelada.
Percibí como nuestras respiraciones se agitaban, emprendiendo una cadencia frenética e irregular. Su dulce aliento rozaba mis labios, enloqueciéndome, desorientando mis pensamientos, desatando la locura.
Y cuando fui conciente de lo que estaba a punto de ocurrir, supe que ya no había salida.
No podía, ni quería seguir conteniendo aquel sentimiento abrazador que quemaba mis venas.
Sus manos se acomodaron en mi cintura, tomándola con firmeza.
Mientras sus ojos, seguros y expectantes recorrían mi rostro, humedeció sus labios de forma sensual, arrebatadora.
Y entonces ya no quedaba nada, ni un rastro de cordura de mi parte.
Sólo dejaría que ocurriera lo que ya hace tiempo ambos deseábamos.
Michael acortó la distancia que separaba nuestros labios.
-¡Michael!- gritó una voz aguda, interrumpiendo lo que estuvo a punto de acontecer.
Nuestros labios, que casi se habían rosado, se separaron bruscamente.
Volteé para identificar a quien pertenecía aquella vocecita.
-Lo siento- dijo Janet notoriamente sorprendida.
-¿Qué es lo que quieres?- le gruñó Michael, quien visiblemente irritado le fulminó con la mirada.
- Sólo vine a avisarles que ya se está haciendo tarde y mamá dice que es hora de que vayas a dejar a Liz.-
-Está bien, bajamos en un momento.- suspiró Michael.
Janet cerró la puerta a sus espaldas y se marchó, mientras yo, aprovechando aquel instante me alejé unos cuantos pasos, escabulléndome.
-Supongo que ya es hora de que te lleve a casa- dijo Michael, suspirando nuevamente, acercándose a mí.- Ponte esto, hace mucho frío ahí afuera.
Me dedicó una bonita sonrisa, a la vez que extendía hacia mi una de sus chaquetas.
Cuando el coche aparcó en frente del edificio, como ya era costumbre, Michael extendió caballerosamente su mano y me ayudó a bajar.
Caminamos hacia la puerta lentamente, intentando extender aquel momento.
Nos detuvimos, quedando frente a frente, observando nuestros ojos, taladrando nuestras miradas llenas de confesiones no realizadas.
-Este día ha sido completamente maravilloso, Liz. Verdaderamente la he pasado muy bien contigo.- dijo Michael tomando mis manos.- Desearía que esta noche no acabara.
Al escuchar sus palabras una inmensa sonrisa se extendió por mi rostro.
-A mi también me ha encantado pasar este día contigo, Michael. Además, tu familia es realmente adorable.
-Entonces, ¿nos veremos mañana?- preguntó él, mordiendo su exquisito labio.
Solté una risita tímida entonces.
-Michael, ambos tenemos un trabajo, ¿recuerdas?-
La sonrisa que había en su rostro desapareció, siendo reemplazada por la más absoluta desilusión.
-Pero eso no significa que no nos vayamos a ver, tonto.- dije picándole una costilla.- Prometo que te dedicaré mis momentos libres, si tu quieres, claro.
-Claro que quiero. Pero no sé si me bastará con esos momentos.
Y ahí estaba otra vez aquella sonrisa pícara, insinuante.
-Si tan sólo hubiera otra forma para poder estar juntos...-murmuró esta vez, mientras ideaba algún plan. Pero cuando volvió a mirar fijamente mis ojos, tuve la seguridad, por el extraño brillo que exhibían los suyos, de que alguna idea rondaba por su mente para una vez más, lograr lo que quería. –Creo que eso sólo debes dejármelo a mí.
No pude hacer nada más que reír y confiar en lo que, sus ojos marrones ocultaban.
-Entonces así lo haré. – dije mientras me comenzaba a desprender de su chaqueta.
-Oh no, quédatela esta noche.-dijo deteniéndome- Así tendré una excusa para volver a verte.
Mi corazón se detuvo.
¿Era justo que este chico jugara de esta forma con mi sistema nervioso? Absolutamente no.
-No necesitas una excusa para volver a verme,- dije sonriendo- ya que quiero hacerlo, Michael.
Y si antes mis latidos se habían disparado, esta vez su sonrisa terminó por aniquilar mis ya dañados nervios.
-En ese caso, tengo otro motivo por el cual cavilar algunas opciones.- aseguró acercándose a mis labios.
Pero cuando nos encontrábamos a escasos tres centímetros, desvíe mi rostro, por lo que su plan se vió frustrado.
En lo más profundo de mí, una risita traviesa resonaba victoriosa al poseer la seguridad de lo que ya sabía.
Michael estaba loco por mí.
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9 comentarios:
¡Waaaooooo!
Me noqueaste con este capítulo, simplemente... ¡perfecto!
Si vieras la cara de estúpida que tengo en este momento, créeme... has curado mi insomnio, soñaré lindo gracias a tí. ¡Jajajajaja!
¡Qué rico capítulo! Me ha encantado.
Aunque me dieron ganas de tirarle un zapatazo a Janet ¬¬ ella es un amor, pero... ¡qué inoportuna! El pobre Michael se quedó con las ganas de besarla u.u
Bueno, continúala PRONTO, así.. ¡YA! xDDD
Estamos hablando.
¡Un beso linda!
Adiós (L)
ohhh genial capitulo !! nuevamente me quede con las ganas del tan esperado beso entre Mike y Liz !! jjeeje pero me encanta ver como su amor va creciendo y cada experiencia que viven con este magico romance...me queda tambien una preguntita ?? mmm que habia en el cuadro ?? el dibujo que Mike no quiso mostrar a Liz??? me dejas con la intriga jeje bueno se que pronto me contestaras a esa pregunta.... hermosa novela no me canso de decirte que eres una exelente escritora ! me encantaria que hicieras un libro !! tienes mucho talento ! compraria todas tus novelas ! Nunca has pensado en ser escritora profesional ? tendrias mucho exito ! felicidades !
Chicas muchas gracias por dejar sus comentarios, son realmente importantes :)
Malena, en cuanto a lo del dibujo ya lo sabrás ;)nada de lo que escribo es al azar, por lo que en algunos capítulos más tendrás aquella respuesta.Y sí, he pensado en dedicarme a esto, pero aun no tengo nada claro. Todo depende de su apoyo, y tal vez esta novela se transforme en un libro :) ¿les gustaría? Esperemos a ver que pasa, ¿vale?.
Como ya dije,su apoyo es fundamental para mí, así que de verdad, mil gracias por dejar sus pensamientos escritos aquí :)
Nathalie ! si yo se que nada es al azar eres una gran escritoria por eso estoy segura que cada cosa tiene su razon de ser , debo confesarte dos cosas : la una ya te la comente estoy enganchadisima con tu novela por lo tanto ni bien termino un capitulo ya quiero leer el siguiente y saber que pasa !jeje y la otra es que soy muy curiosa y analitica en las lecturas comprenderas que aun estoy ensando en la escena del cuadro y ayer imaginaba que haria yo si tuviera la oportunidad de estar en el puesto de Liz ..me encanta la forma en la que describes no solo las escenas sino los lugares !! Creo conocer el cuarto de Michael a la perfeccion gracias a la descripcion en la novela ! que puedo decir simplemente me fascina !! nuevamente Felicidades !! Y se que algun dia esta novela se convertira en libro ..como decia Michael "si puedes soñarlo ..puedes hacerlo ! " ....un abrazo
Me encanto !!!!! *.* es vdd , Te quedo muy tierno, tiene de todo amor , celos, y cuando casi se dan un beso fue como AAAAA maldicion, y el problema esq no te puedes enojar con janet xq es tan tierna =3
ME ENCANTO <3
:)
YA QUIERO VER EL PROX!!! :), para ver el plan de mike 1313.
Awww que hermoso!! Así que Michael esta loco por ella! hsuhisdfnenhxwuf Me encantaa!! *____* Hermoso capitulo Nathalie! que bello es Michael. Y el final? D: me dejo asi ---> OOO: Jajaja
Siguela siguela, ya quiero el primer beso, (enserio pensaba que seria esta vez xD)
Kelly ♥
Y YO ESTOY LOCA XQ CONTINUES!!!!!!
ahhhhhh Nathalie q puedo decir?
me mataste con este capi!
enserio, no pare de sonreir mientras leia *-*
mi sonrisa tonta se dio a relucir en este capi (?) xD
q tierno, q amor...q awwwn ♥
Matare a Janet x arruinar ese momento
era el momento! D: nah no puedo, Janet es tan tierna :3 me mori de ternura cuando le platica a Liz sobre Mike♥
ya lo he dicho, pero lo seguire diciendo--->Me encanta Michael, es tan tierno, tan bello, pero a la vez tan provocador, tan aksndksdfn x___x
a leer la historia, me imagino q soy Liz ok no .___., como ves, tan mal estoy y esto es lo q provocas con esta historia tan magica! *___* x esa razon necesito q continues pronto D: y el dibujo q no le quizo mostrar? :S sera q la esta dibujando a ella? e_e' necesito conti D:
Saludos :D
Wooow que capitulo! Me ha encantado, es tan bonitoo! :) Me gusta mucho esta hisotoria!! :) Muchos besoos :)
es genial tu novela me hace senti como la propia protagonista sigue asi!!!
cada vez se pone mas buena siguela por favor
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