"Nuevas adicciones"
-Pequeña. -
escuché a lo lejos.-Pequeña, despierta.
Mi mente viajó
rápidamente hacia la realidad. Me revolví en la cama y me apretujé más a él.
-Amor, despierta. Es hora de levantarse, cariño.
-¿Cinco
minutos?
Sentí cómo sus
risitas chocaban contra mi cabello.
-No, ni un
minuto más. ¿Podrías abrir los ojos?, llevas demasiadas horas privándome de
ellos.
-¿Sabes que
ahora mismo te odio, no?
-Minucias. En
cinco minutos volverás a amarme.
Sonreí. Levanté
mi mejilla de su pecho y busqué su cuello. Deposité un pequeño beso en él y me quedé allí, con mi nariz anclada a su
piel, absorbiendo su aroma, disfrutando de cada resto de su esencia.
-A decir
verdad, creo que ya no te odio tanto.
-¿A no?-
preguntó divertido, mientras un ligero temblor embargaba su cuerpo.
-No.
Y entonces abrí
los ojos y busqué los suyos en el acto.
-Para serte
sincera, he vuelto a amarte. Y más que ayer. No te preocupes.
Y me besó. Me
besó rápidamente, robándome un besito. El primer beso del día.
-¡Ey, Michael
Jackson, me has robado un beso!
-Sí, y te
robaría un beso a cada segundo, amor. Debes acostumbrarte, porque sinceramente,
adoro esta nueva ocupación de ladrón. Sólo si de tus besos se trata, claro.
-¿No te ha
bastado ya con robarme el corazón? Eres insaciable, ¿no es así?
-Si se trata de
ti, tienes razón. Soy insaciable. Y ahora que miro tus labios aquello me
resulta más cierto que nunca.
La débil luz
que se colaba por la ventana reflejaba suaves destellos en su cabello negro. La
mañana estaba helada, algo extraño para la temporada. Pero ahí estábamos,
Michael y yo, en el mismo metro cuadrado, o a decir verdad, en el mismo
centímetro cuadrado. Mis manos descansaban sobre su pecho, cubierto por tan
sólo una camiseta blanca. Sus brazos rodeaban mi cintura, al igual que lo
habían hecho durante las últimas horas en las que yo, por supuesto, no había
podido conseguir mantenerme despierta. Aunque al menos había hecho mi mejor
esfuerzo para lograrlo, pero él no me lo había hecho precisamente fácil.
No cuando de sus labios comenzaban a salir
aquellas melodías que me desarmaban por completo mi voluntad.
Creo haber
sentido un millón de veces sus labios a tientas sobre los míos, suaves,
delicados, cuidadosos de no atraer mi conciencia nuevamente hacia la realidad.
¿Eran sueños acaso? Bien podrían haberlo sido y no me habría extrañado en lo
absoluto.
Lo cierto era
que desde que Michael había llegado a mi vida, aquellos sueños que solían
atormentarme la mayoría de las noches hace tantos años ya, habían casi
desaparecido.
Sí, se habían
esfumado casi por completo.
Michael se
había convertido en mi dosis de morfina.
-¿Qué tal ha
sido tu noche, Michael?
-Perfecta.
-¿Y la tuya?
-Extraña.
-¿Extraña?-
respondió en ese mismo instante, alzando ambas cejas, preocupado, completamente
desconcertado.
-Sí, extraña.
-¿Por qué dices
eso?
-Porque es
extraño saber que ahora eres mío. Solamente mío.
La tención que
hace un segundo se había apoderado de su cuerpo desapareció y aquella risita
contenida, avergonzada, sumamente sexy se escapó de sus labios.
Recorrí su
mejilla con mis labios, rosando suavemente cada centímetro de piel que había en
ella.
Cerré los ojos
nuevamente y disfruté de aquella exquisita cercanía que habíamos impuesto en
esa cama que ahora me parecía el lugar más acogedor en el cual podría estar.
-Soy tuyo,
amor. Completamente tuyo.-susurró cerrando los ojos, sintiendo mis labios en su
piel, mis manos acariciando su pecho y mi cuerpo entero entregado ante la
atracción del suyo.
Contuvo un
temblor en su boca cuando suspiré cerca, muy cerca de sus labios.
Me apreté aún
más a su figura, entrelazando mis piernas en las suyas, creando confusiones
entre las sabanas blancas, revueltas luego de tantos sueños y caricias
desperdigados cuando aún la luna yacía en lo alto del cielo.
Oculté mi
rostro en su cuello y aquel aroma embargó cada recoveco de mi mente.
Definitivamente demencial. Riesgosamente adictivo.
-Michael-
-¿Si?-
-Te amo.-
Llevó su mano
hacia mi barbilla y levantó mi rostro. Sus ojos buscaron mi mirada y la encontraron
al instante.
¿Cuántas veces
Michael podría desarmarme hasta el punto de hacerme caer rendida ante él?, ¿se
detendría algún día?
Pues no deseaba
que lo hiciera, porque estar con él de esa manera, íntima, infinitamente
extraterritorial era magnífica. Y aunque todo aquello en ese instante, en cual
acercó mi rostro al suyo y sus labios comenzaron un juego de autoridad entre
los míos, me pareció escandalosamente insustancial y evanescente, tenía la
seguridad de estar haciendo lo correcto esta vez. ¿Cómo podría entonces
explicarme a mí misma aquella sensación de estar frente a lo más valioso de mi
vida entera?
Simplemente,
cada vez que él osaba a acercarse a mis labios o tan sólo a mirarme, arrebataba
cada resto de cordura que quedaba en mi interior, echándola a la suerte,
moldeándome entre sus manos con cada roce, con cada desesperado y tímido
arrebato por guardar por un segundo mi piel en sus manos.
Sus labios
abrazaron los míos, mientras su lengua se enredaba en mi boca, lenta y
paciente. Quizás sólo por un instante, pero lo suficiente para hacer que la
locura volviera a por mí. Entonces, no supe qué sucedió exactamente con mis
manos, ni las suyas.
Lo cierto, es
que de un segundo a otro sentí su piel bajo mis dedos, tibia, exquisitamente
tibia. Mis dedos escudriñaron la superficie bajo aquella camiseta blanca, la
cual de pronto se había convertido en un impedimento. Un burdo obstáculo ante
esos deseos que ahora quemaban cada una de mis terminaciones nerviosas,
animándome a ir por más, mucho más.
Quise detenerme
a meditar lo que aquella nueva sensación estaba provocando entre los dos. Pero
sencillamente no fui capaz.
Porque cuando
sentí sus manos bajar por mis caderas, decididas y fuertes recorriendo aquel
camino para finalmente llegar a mi muslo, cada intención pura que quizás había
asomado en mi mente durante ínfimos segundos, se había esfumado por completo.
Había fuego.
Fuego quemando todo a su paso.
Sentí como bajo
mi cuerpo su pecho subía y bajaba una y otra vez, exasperado.
Mi agitada respiración chocó contra la suya, mientras sus dedos se
enterraban en mi muslo, con deseo.
Sí, en aquel
instante pude sentir cómo Michael me deseaba con desesperación, con desenfreno,
de la misma forma en que yo le deseaba a él.
No tuve miedo,
pues eran sus manos las que ahora se ensartaban en mi piel. Y eran exactamente
aquellas manos las que yo quería que recorrieran cada espacio, cada resquicio
de mi cuerpo.
Michael tomó mi
pierna con decisión, acercándola hacia sus caderas, encarcelándose a si mismo
con ella, antes de cambiar su peso, obligándome a girar sobre mi espalda.
Entonces se posicionó sobre mí, convirtiéndome en una rehén perfecta, que irónicamente,
no tenía ni la más mínima intención de liberarse.
Sus labios
dejaron los míos un segundo. Rozó mi piel con ellos, descendiendo lentamente,
causando cientos de descargas eléctricas en mi cuerpo. Y se detuvo allí, en mi
garganta, mientras yo, rendida ante sus labios, estiraba mi cuello para sentir sus
caricias en toda su magnitud.
-Te amo.-
murmuró contra mi piel erizada ante el roce de su aliento.
Y entonces mi
corazón palpitó una vez más, descontrolado, para luego detenerse un instante,
mientras Michael clavaba sus ojos en mí, descubriendo nuevas miradas cargadas
de fuego.
Buscó mis
labios otra vez, rasgando cada suspiro enamorado que salió en aquel instante de
entre los míos.
No sabía si
esto estaba exactamente dentro de las normas, pero no me importaba, pues lo que
sentía en ese preciso segundo era mucho más fuerte que mi propia voluntad.
Todo se resumía
en una caricia, en un roce, en un beso sin fin.
¿Alguna vez
habría imaginado siquiera lo que su cercanía podía llegar a causar en mí?
Seguramente,
ahora podía hacerse una idea bastante acertada sobre ello.
Pero precisamente
cuando ya la razón comenzaba a abandonarme definitivamente, Michael separó sus
labios de los míos, dejando su sabor impregnado en mi boca.
-¿Qué sucede?-
pregunte desconcertada, extrañamente desorientada en mi propia cama.
-Ya es tarde,
cariño. Debemos levantarnos.
Entonces su
mano resbaló por mi pierna, liberándola en el acto, imponiendo una distancia
segura entre nuestros cuerpos.
Me quedé
inmóvil por un segundo eterno, recostada a su lado, mientras ambos mirábamos el
cielo blanco de la habitación.
Intenté acallar
mi respiración que parecía haber perdido todo ritmo, dado que mi pecho
continuaba moviéndose agitado. Pero un solo pensamiento ocupó por completo mi
mente.
¿Qué había
estado por pasar? O mejor dicho, ¿Qué era lo que Michael había evitado que
sucediera? Y más importante aún, ¿Por qué no había querido seguir?
Y entonces una
pequeña, pero certera sensación creció en mi interior. Michael me había…
¿rechazado?
El incómodo
silencio que sobrevino a aquel momento no hizo más que acentuar aquella
dolorosa incertidumbre.
Pero cuando me
estaba comenzando a hundir en mis propios miedos, una mano buscó la mía y
entrelazó nuestros dedos, confortándome de nuevo.
Michael se
incorporó levemente y buscó mi mirada. Tomó mi mentón y me obligó a mirarle
directamente a los ojos.
-¿Sabes lo
importante que eres para mí, verdad?
Sí, lo sabía. ¿Cómo
no saberlo cuando sus ojos parecían mostrarme el universo por entero?, ¿cómo
dudar de sus palabra cuando cada una de ellas me parecía completa y
absolutamente verdadera?
Guardé silencio
por un momento. Sí, Michael era distinto a todo lo que yo antes había conocido.
Eso lo sabía desde hace tiempo. ¿Entonces por qué me había sentido de aquella
forma?, ¿por qué, irrazonablemente, me había sentido herida?
-Lo sé,
Michael.- dije al fin, ante su atenta mirada.
-Tienes mi
corazón en tus manos, amor. ¿Lo entiendes?, ahora eres todo para mí,
absolutamente todo.
Su aliento rozó
mis labios una vez más. Cerré mis ojos, sintiendo aquella necesidad nuevamente,
insaciable, carente de límites.
Y entonces sus
labios se detuvieron en los míos una vez más, tan sólo un fugaz instante.
-¿Debes
trabajar hoy?
-No. Tengo el
día libre.- sonreí. Abrí los ojos y me encontré con su rostro a escasos
centímetros del mío. Me miró con extrañeza y yo comprendí de inmediato el
motivo.- George piensa que he pillado un resfriado. Ya sabes, no podía decirle
la verdad, porque de seguro si le hubiese dicho que en realidad, quería faltar
al trabajo debido a que estaba locamente enamorada de ti y quería evitarte, me
habría despedido.
-Probablemente.-
dijo Michael con aquella bonita sonrisa que solía robarme más de un suspiro. –
Entonces, vendrás conmigo. Si quieres, claro.
-Claro que
quiero, tonto. ¿O si no quién cuidará de que no te fijes en alguna reportera?
-Ya tengo a la
única reportera que quiero.
Y cuando sus
ojos comenzaban a alterar mi capacidad de razonamiento nuevamente, decidí que
lo mejor sería saltar de la cama de una vez.
Así que sin
meditarlo demasiado me zafé de las sabanas y me puse en pie ante la atenta
mirada de Michael.
-Me sorprendes.
-¿Por
qué?-pregunté volteando para observarle.
-Has hecho en
menos de un segundo lo que a mi me ha costado que hagas durante casi toda la
mañana.
-Oh por favor,
exageras. ¿Toda la mañana?, no han sido más que unos minutos.
Y por lo demás,
ha sido tu culpa.-
-¿Mi culpa?
-Ajá.
Apartó los
restos de sabanas que aún se encontraban sobre su cuerpo, se incorporó y caminó
hacia mí.
-¿Puedo saber
por qué esto ha sido mi culpa?
Entonces negué
lentamente.
-Si te lo
dijera, terminaríamos tal como hemos estado hace un momento.
Sus mejillas se
encendieron en menos de un latido.
Solté una
carcajada y emprendí el camino hacia la ducha, dejándole ahí, con sus bonitos
coloretes refulgiendo y una verdad latente suspendida en medio.
Michael había
desatado el fuego en mis venas. Juntos habíamos descubierto una nueva necesidad
que parecía quemar entre los dos.
Pero una
adicción suele ser peligrosa. Y yo ya me había convertido en una adicta.
¿Podría evitar
entonces sucumbir ante mi propia heroína?
Recuerda que tus comentarios son mi incentivo para seguir escribiendo.
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10 comentarios:
Este Capitulo es tan Hermoso y Peligroso al mismo tiempo!...Naty, Siempre me dejas con ganas de maaas! Pero tengo que ser Paciente y esperar...
Quisiera que muchas cosas pasaran entre Liz y Michael, pero...Tambien para eso hay que ser pacientes.... me Encanto este capitulo...Esta lleno de pasion y Lujuria Muajajaja!! Wujuu que sexy Mike :P Me Encanto ahaha....
Espero el proximo con ansias....
Besos.
¡Pero qué corto se me ha hecho este capítulo! ¡Y cuán emocionante!
Sospecho que cosas MUY buenas están a punto de suceder entre este par...
Así lo espero.
Muero por seguir leyendo, espero puedas continuar pronto.
Saludos! Un abrazo enorme!
ohhh con este con este capitulo me he quedado un poco como Liz : con ganas de mas !! jajaja lo siento Nathy hoy he amanecido un poco picara ; ) ........ufff que intenso este capitulo ! genial ! fabuloso ! espero con ansias el siguiente !! buenisimo !! besos amiga linda !
ooo tanto que espere te felicito ...siguela por favor es muy linda tu nove
Me encantoooooo *-* Esta hermosa la novela :) (Gracias por etiquetarme) :) ♥
la amee !! sigue prontoo ;) de verdad tienes un don para escribir ... <3
QUE BUEN CAPÍTULO...!!pero como tú lo dijiste, ya es hora de que aparezca el antagonista.. será eric, tatiana thumbtzen, o la gira bad..
sorpréndenos una vez más !!
estoy ansiosa por que publiques más.. siguela pronto porfa :D
maravilloso capitulo!!!
sin duda alguna una de las mejores novelas que he leído en toda mi viida!!!
bendiciones, para ti mi amiga escritora, y ánimos para seguir escribiendo!!!
siemprejackson!!
Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee <3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3 ... no se si se entiende XD jaja
Que decirte .. a parte de que me he leído toda tu novela en 1 día! Me has echo adicta a esto, escribes genial, así que por favor, continúala, por mi salud mental jajajajajajajaja
Mil besos :)
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